sábado, 8 de mayo de 2010

Jueves universitario.

¡No! ¡No me matéis! Ya sé que llevo mucho tiempo sin actualizar el blog, pero tenéis que entender que tengo 19 añitos, y me toca estudiar de vez en cuando. Afortunadamente, siempre me queda tiempo para ir de fiesta. El jueves me fui a una conocida discoteca de por aquí y, precisamente este jueves, se preveía que iba a ir mucha gente. Si va mucha gente, pues oye, una quiere ir más guapa que nunca, y así intenté hacerlo. Me fui con tres amigas y allá que llegamos las tres en el descapotable, que hacía un frío que pelaba, pero había que lucir al cochecito y a las pasajeras. La gente estaba haciendo "botellón" en una esplanada cercana, y tal como se esperaba estaba llenísimo aquello. Nosotras sacamos nuestro ron, nuestra Coca-Cola, y a beber se ha dicho. Con esto de que estamos estudiando mucho, teníamos la excusa para beber todo lo que quisieramos y al parecer, el resto de gente también. Así lo hicimos, y claro, cuatro chicas jovenes haciendo botellón en un descapotable siempre lo tienen muy fácil para que se les acerque gente. O mejor dicho, hombres.
Estuvimos hablando con muchos grupitos, pero nos quedamos definitivamente con el amigo de una amiga mía y los chicos con los que iba, a los que no conocíamos hasta entonces. ¿Sabéis el típico grupito de chicos rapados, de gimnasio, con tatuajes y rayos uva? Pues en contra de las estadísticas, estos no sólo eran así sino que además eran majísimos, nada sobrados. Uno de ellos se llamaba Raúl y aunque era bajito (aunque un poco más que yo), tenía unos ojazos de infarto. Un tatuaje en el brazo y ultra-bronceado. Y no puedo negarlo: estaba muy bueno, hablando rápido y claro. Nos pusimos a hablar en el parking y después entramos en la discoteca todos juntos. Una vez dentro, nos pusimos a bailar como locas para olvidarnos un poco del agobio que había en el local, que estaba más que lleno. Me había caído muy bien y también estaba muy bien, como os decía, así que me puse a bailar lo más sexy que se pueda bailar sin parecer una buscona. Pusieron la canción esa de "no sé si darte un beso o un hueso, perra" y el chico me señaló de broma. Entonces yo, también de broma le dije:
- Oye, que yo no soy una perra, no me vayas a dar un hueso!
- Ah ¿no? ¿Entonces te puedo dar un beso?
- Puedes intentarlo a ver qué pasa.
Me dio un beso e inmediatamente me dijo que si salíamos fuera. Qué lástima de dinero perdido en la entrada a aquella discoteca, estuve como unos 20 minutos allí dentro no más. Nos fuimos a unos banquitos un poco escondidos, y allí empezamos a liarnos. Al cabo de un buen rato me guió la mano hacia sus pantalones, pero aunque estaban un poco escondidos los bancos, había gente por los alrededores, así que la aparté y le dije:
- Aquí no.
- ¿Y entonces donde? - preguntó él.
- Pues no sé, ¿tú tienes coche?
- Pues sí, pero no he venido con el coche.
- Bueno, entonces no va a poder ser hasta que os vayáis a casa, porque yo he venido en el de una amiga.
- Podemos irnos ya a casa si quieres.
- ¿Cómo? Yo paso de coger un taxi.
- No he venido en el coche, he venido en la moto.
- Pero, ¿has bebido?
- Qué va, cuando cojo la moto sólo bebo birras.
- Vale, pues vamos. Aunque... en mi casa hay gente, pero si no hacemos ruido no pasa nada.
- En la mía también, pero podemos ir a mi apartamento que está en ***** (un pueblo cercano a donde estabamos).
Qué sorpresa la mía cuando llegué y me vi una señora T-Max negra. Tengo que decir que me encanta esa moto, aunque sea un dato irrelevante. Llegamos a su apartamento y él se lo tomó con calma. Se sentó en el sofá, puso la tele y claro, a esas horas sólo hacían que esos ridículos call-TV que están tan de moda en la televisión. Nos reímos con las respuestas de la gente un rato y me dijo "bueno, ¿la apago no?". La apagó, me cogió en brazos y me llevó a la cama. Volvimos a empezar a liarnos, un buen rato. Todo poco a poco. De nuevo me guió la mano bajo sus pantalones y esta vez sí le correspondí. Le masturbé durante un rato y me levantó la falda. Primero metió un dedo, después otro... y después se dejó de historias y bajó la cabeza. Fue sentir su lengua unos segundos y estaba completamente mojada. Mientras su lengua jugaba con mi coño, mis manos jugaban con mi clítoris. Yo estaba apretando la mandíbula, intentando contener el placer. Cuando habiamos llegado al apartamento yo estaba helada de la moto, y cuando subió de nuevo me preguntó "¿ahora ya estás un poco más caliente no?".
Me puse encima suyo y comencé a moverme de arriba a abajo sin penetración. Ibamos haciendolo todo con calma, sin prisas. Me preguntó si tenía condones y saqué uno de mi cartera. Se puso encima mío y comenzó poco a poco, suave, lento. Paulatinamente fue acelerando hasta llegar a un punto en que cada golpe era más seguido del anterior. Yo estaba muy silenciosa, casi no gemía, pero sinceramente no era por falta de placer. Duró bastante, y sin cambiar de posición (mi favorita es el misionero), y de pronto paró un poco y me preguntó si me gustaba la leche. Yo en el momento no caí en la metáfora, y le dije "¿qué leche?". Qué estúpida estuve, jajaja. Él contestó "¿te importaría tragartelo?"... y yo soy una buena samaritana, ya lo sabéis. Después de eso, nos quedamos durmiendo unas horas y por la mañana, vuelta a casa en la T-Max.
Hoy hemos quedado y hemos ido a su apartamento, no para jugar precisamente al parchís. El domingo por la noche, hemos quedado a también. En teoría para ir a tomar algo. En teoría, porque por aquí no hay mucho ambiente los domingos...

viernes, 9 de abril de 2010

Saturday night.

Este sábado quería irme de fiesta, pero los planes se torcieron. La verdad es que no me apetecía quedarme en casa y me decidí a quedar con un chico al que había conocido en Tuenti. Yo tengo 18 años, como sabéis, y él tiene 24. Me agregó hace como dos meses y desde entonces sólo hablabamos por Messenger. Sí, creo que el comienzo de esta historia define muy bien el siglo XXI (o siglo 21.o Beta).
La mayoría de veces que hablabamos lo hacíamos pasada la medianoche, y ya se sabe que a esas horas, aburrido en tu casa despierto mientras la ciudad duerme, la mejor opción para mantener viva una conversación es subirla de tono. Mi estilo nunca ha sido ese, y lo curioso es que teníamos tema de conversación, pero una noche le envié una foto mía en la playa. Hizo un comentario sobre mis tetas, pero se disculpó inmediatamente con un "era coña, no te lo tomes a mal". A mí me entraron ganas de jugar con fuego y le envié una foto con un escotazo de muerte. No tengo fotos guarras, no es mi estilo. Pero sí que tengo fotos que no hace falta que sean "guarras" para saber qué efecto causan. Con la tontería, y a raíz de esto, cada vez que hablabamos acababamos con el sexo como tema de conversación. El pasado jueves acabamos hablando de lo que sí y lo que no nos gustaba en la cama del sexo opuesto. Entre risas, contamos cuál sería el polvo perfecto. Y sí, entre risas, pero ahí quedó.

Como os decía, el sábado acabé quedando con él. Estábamos hablando a eso de las 9 de la noche y me decidí a quedar con él para pasar la noche en su casa. Es una auténtica locura considerando que no lo conocía personalmente, pero bueno, teníamos algunos amigos en común. Cogí el autobús y vino a buscarme a la parada, ya que yo no sabía ir a su casa. Al principio estábamos casi callados. Llegamos a su casa y puso la película de "Bruno". Nada como unas risas para romper el hielo, debió pensar él. No hicimos ni caso de la película, porque efectivamente, rompió el hielo. A los 10 minutos de película estabamos de conversación como cualquier otra noche por Messenger, con la diferencia de que esta vez nos veíamos y nos escuchábamos. En un momento dado, decidimos quitar la película, ya que no estabamos haciéndole ningún caso. Entonces me dio un beso, y le correspondí.
Supongo que sería porque teníamos mucha confianza y a la vez eramos completos desconocidos, pero decidí no cortarme ni un pelo. Dos días antes habíamos estado diciendo qué nos gustaba y qué no, así que supongo que ese fue el gran motivo para desinhibirme. Cuando me cansé de los besos, comenzé a besarle lentamente por el cuello y dirgí su mano hacia mi sexo. Sus dedos empezaron a frotar mi clítoris intensamente, y quise corresponderle. Bajé desde su cuello hasta su polla, rozando con mi boca todo su torso, y me la metí en la boca. Siempre he sabido que lo que mejor hago en el terreno sexual son las felaciones. Hicimos de aquello una versión renovada del 69, él con sus manos y yo con mi boca. Al cabo de unos minutos, él estaba a punto de correrse, así que me dijo que parara para que no se corriera tan rápido. Continuamos liándonos, y él siguió masturbandome. No suelo gemir, jadear, gritar o similares durante el sexo, excepto en momentos inevitables, pero sé muy bien cuanto les pone a ellos. Y sabía muy bien cuánto le ponía a él, porque me lo había dicho. Empecé a gemir falsamente y de pronto mis gemidos se hicieron reales. Entre las cosas que nos habíamos contado, yo no le había dicho cómo masturbarme, pero él parecía ser un experto.
Una de las cosas que no me gusta cuando follo es ponerme a cuatro patas, es decir, hacerlo desde atrás. Sé que hay que sentirse segura de una misma, pero ¿qué queréis que os diga? No me gusta mi trasero. No sé por qué, de un momento a otro estaba a cuatro patas, y por primera vez, no me preocupaba en absoluto. Empezó a metermela, primero lentamente, y después a un ritmo no apto para cardíacos. Yo gemía, ya no fingía, y él jadeaba constantemente. Un vaivén de sensaciones se concentraban en una sola parte de mi anatomía. Cuando mi mente ya no alcanzaba a pensar, sino solamente a disfrutar, empecé a tocarme el clítoris a la vez que él me follaba. Es algo que nunca se me habría ocurrido hacer delante de otra persona.

En mitad de este cúmulo de sensaciones llegó mi gran sorpresa de la noche, me dijo: "me pones mucho, zorra". Nunca me ha gustado hablar durante el sexo, y nunca me habían dicho algo similar (excepto los típicos "como me pones" y demás). Siempre pensé que si me llamaran puta o algo similar me ofendería, y no fue así. Ese comentario se convirtió en un aliciente más de placer. Y no sé ni cómo, porque jamás me hubiese atrevido a hacerlo, le contesté "¿ah, sí? ¿soy una zorra? Dímelo otra vez". No hace falta que reproduzca el resto de la "conversación", si se puede llamar conversación, para que os hagáis una idea. Mientras tanto él seguía a un ritmo desenfrenado y yo sentí cómo un cosquilleo me envolvía de los pies a la cabeza. Era el mejor amigo de la mujer, mejor que los diamantes: el orgasmo. Cuando él estuvo a punto de correrse, la sacó. Se quitó el condón y condujo mi cabeza hasta su polla. Ni si quiera puedo decir que le hiciera otra felación, sencillamente en unos segundos se corrió en mi boca. Y por primera vez, no me resultó desagradable.
Me invitó a dormir allí, y accedí. Dormimos. Y a las 10 de la mañana, echamos otro "mañanero". No tan brutal, pero sí brutal. Seguramente merece un post a parte. Esta semana, hemos hablado por el Messenger con total normalidad, pero eso sí, ya no hemos hablado de sexo. Supongo que será porque la próxima vez que se nos ocurra hablar de sexo, lo mejor será que quedemos. ¡Y que vivan las redes sociales!

miércoles, 7 de abril de 2010

A qué edad perdisteis la virginidad.

Si alguien vislumbró el fin de este blog con mi anterior post pensando que me había echado novio, tranquilos, no es así. Sencillamente tengo muchas facetas, y quería ofreceros un poco de esa otra faceta.
Hoy toca presentaros los resultados de la encuesta que ha estado en el margen derecho de este blog durante 31 días exactos. Han participado 69 personas (justo algo que me encantan, los 69). Lo que más sorprende es conocer que el 18% de los lectores de este blog son vírgenes. Es curioso considerando que se trata de un blog de sexo. No obstante, aunque sea la respuesta más votada, si sumamos las restantes un 82% de los lectores de este blog no son vírgenes. De este 82%, un 38% perdió la virginidad cuando tenía entre 16 y 18 años. En este grupo, 9 personas perdieron la virginidad con 16 años, 10 personas con 17 años y otras 8 al cumplir la mayoría de edad.
La opción que menos personas han seleccionado ha sido la de los 15 años. Sólo un 5% de los participantes en la encuesta perdieron la virginidad con esta edad, y sin embargo un 8% de los participantes perdieron la virginidad con 14 años o menos aún. En mi caso, fueron 14, pues ya os conté el día en que me desvirgaron. O mejor dicho la noche.
Con la misma cifra, un 8%, están los que se lo tomaron con calma y perdieron la virginidad con 21 años o más tarde. Y por último, un 18% de los aquí encuestados perdieron la virginidad con 19 o 20 años, el 8% de ellos con 19, y el 10% restante con 20.
Ahora mi pregunta para abrir el debate y que contestéis cuantos más, mejor es: ¿qué recuerdos tenéis de cuando perdisteis la virginidad? Por último recordaros que se pueden publicar comentarios anónimos, que ni si quiera yo conoceré vuestra identidad (no sería justo, vosotros no conocéis la mía), puesto que veo que participa mucha más gente en las encuestas que en los comentarios del blog, lo cuál me hace pensar que es por la preferencia de anonimato.

Ya sólo me queda renovar la encuesta, y la nueva pregunta es: ¿qué opinas del sexo anal?

martes, 6 de abril de 2010

Hacer el amor.


Estar tumbada en una cama con alguien, con toda la ropa puesta, hablando en voz baja y con tu cara a diez milímetros de la suya, es algo que puede expresarse con palabras. Qué se siente en esos momentos, no, aunque todos podemos comprender qué se siente si nos ponemos en esa situación, ¿verdad? Tener a una persona haciendote cosquillitas en la espalda durante horas, agarrandote la cintura con su otro brazo y rodear su cuello con los tuyos, es algo que también se puede expresar con palabras. Incluso puedo expresar que estaba tumbada en una cama, vestida, hablando en voz baja, con mi cara diez milímetros de la suya mientras me hacía cosquillitas en la espalda, me agarraba la cintura y yo le rodeaba el cuello con los brazos durante horas, pero aunque cualquiera que lo haya vivido sepa qué se siente, amor es una palabra demasiado infravalorada como para poder expresar lo que se siente con meras palabras.
Después de horas y horas así, le das un beso. Y así uno detrás de otro, y acabáis sin ropa y follando. Pero el sexo con amor es distinto. Los besos en el cuello son más pausados, durante el propio sexo los besos cobran un significado mucho más lejano que el de besar a alguien mientras practicas sexo. Es lo que se llama hacer el amor, y no follar.
¿Pensáis así, o al fin y al cabo todo es hacer el amor y todo es follar?

domingo, 4 de abril de 2010

Lola.

(Timbre).
- ¿Qué?
- Hola, buenas noches. Venía a buscar a Lola, habíamos quedado para irnos de copas, dígala que estoy aquí si no le importa, ¿vale? Soy Óscar.
- ¡No va, no me gusta que salga por ahí de copas! Se va a quedar en casa haciendo sus cosas, mientras viva en casa va a cumplir mis normas, así que no va.
- Pero oiga, le aseguro que yo soy buena persona, que voy a cuidar muy bien de su Lola, prometo traerla a casa a su hora, ¿eh?
- ¡No va!
Gorda, con la tontería me ha cortao la historia. Tendré que ver que es lo que hago ahora... Cuando iba a casa sonó mi motorola y era Lola. Dijo
- ¡Hola! No hagas caso de mi madre que está loca. Esta noche me quedo en casa sola,
pásate por aquí en un par de horas y me sobas.
¡Mola! No sabía que fuera tan lanzada Lola. Me pasé por allí pasadas dos horas, estaba impaciente por verla a solas, llegué y dije:
- Hola.
- ¡Hooola!
Usé la técnica que siempre funciona: le propuse una partida a la consola pero Lola no tenía
tiempo para bromas y entró en trompa. ¡Toma! Cuando me di cuenta estábamos sin ropa, Lola
fue directa a cogerme la cola, parecía ser que estaba muy cachonda
y yo más bien…
- Lola, no te creas que lo que me haces no me mola, pero creo que has olvidado una cosa,
déjame que saque un condón de la bolsa y goza.
- No, aprovecha tonto que a mi no me importa. No pierdas el tiempo poniéndote goma, usar
plastiquito a mí me corta, así que goz
a.
- Pero Lola, imagino que lo que dices es broma, no la meto ahí sin goma ni de coña, venga tonta.
- ¿Qué tonta? Mira listo voy a decirte una cosa: no tengo ninguna mierda contagiosa. Parece que
piensas que soy una zorra. Bien, búscate a otra.
Fin de la historia, lo último que supe acerca de esa Lola es que estaba embarazada y sidosa,
así que te aconsejo una cosa, controla, no te la juegues, sé que a veces cuesta guardar los
papeles pero cuídate, no te arriesgues y usa goma siempre, con la mierda que comes es
suficiente, haz lo que debes.

Canción del Chojín - Lola.

miércoles, 31 de marzo de 2010

Quince años tiene mi amor.

Por aquel entonces yo tenía quince años. Yo trabajaba en una discoteca "light", pues ya sabéis que soy toda una clubber y he trabajado en muchas discotecas, pero no empecé directamente en la noche, me viene de bien pronto... Por entonces yo trabajaba con mi mejor amiga (concepto que no me gusta usar, pero evidentemente sí que usaba con quince años), eramos las dos el mismo equipo de la discoteca y siempre estábamos juntas. Al cabo de unas sesiones trabajando allí, las dos "fichamos" a un chico que, probablemente, era el más guapo de todos los habituales del local. Se llamaba Joaquín, tenía 17 años y era moreno, con el pelo corto y la piel también muy morena. Tenía la mítica tableta de chocolate perfecta, pero no era un "ciclado" de gimnasio ni mucho menos. Conocíamos a casi todo el mundo en la discoteca, pero con él nunca habíamos llegado a hablar ni a coincidir en reuniones y demás.

Nosotras entramos a trabajar allí porque el deejay, le llamaré G, era uno de nuestros mejores amigos. Una noche nos ibamos a ir a una fiesta con G, pero antes tenía que pinchar en un pub hasta las 3, y como ibamos con él en el coche teníamos que acompañarle. Aquel pub era un antro, estaba prácticamente vacío y la poca gente que había dejaba bastante que desear. Nos metimos en la cabina del deejay, nos sentamos sobre unos altavoces en desuso que había y allí pasamos dos horas, desde las once hasta la una aproximadamente. A esa hora precisamente entró Joaquín con un grupo de amigos bastante grande, y por qué no decirlo, bastante guapos todos. Joaquín y Juan, un amigo suyo, entraron a la cabina a saludar a G, que por lo visto les conocía. Entonces Joaquín se me presentó y me puse a hablar con ellos dos. Sinceramente, no recuerdo donde estaba mi amiga en ese momento. Yo llevaba bastante escote y aquello estaba bastante oscuro, de modo que hablando y hablando, Joaquín sacó el móvil y empezó a enfocar la luz hacia mi escote dandole indiscretos codazos a Juan, hasta que yo le meti una torta. Sí, sé que no es un gran comienzo.

Le dí la bofetada pero me reía, tengo que reconocer que con 15 años era bastante más "sueltecita" que ahora. Empezamos a tontear y entonces apareció mi amiga. Salimos de la cabina con ellos y con el resto de amigos con los que habían venido y nos sentamos en uno de los bancos del pub. No eramos las únicas chicas del pub, que era bastante pequeño, pero como os decía no había demasiada gente (como mucho habría 30 o 40 personas más) y el ambiente era, por así decirlo, "muy choni". Si tenemos en cuenta que ellos de "chonis" no tenían nada, eramos las únicas mujeres del local a las que se acercarían, y como ellos eran bastantes y todos se acercaron como moscas a nosotras, nosotras no perdimos el tiempo. Rápidamente mi amiga estaba hablando con un tal Mario y yo con Joaquín, Juan y otro amigo de ellos. Joaquín y yo empezamos a tontear, al fin y al cabo yo ya me había fijado en él antes de eso y él se había fijado en mi escote hacía unos minutos. De pronto Joaquín me dijo al oído "¿te vienes con mi amigo y conmigo al baño?". Su otro amigo, el que no era Juan, no era ni guapo ni feo, sencillamente no me despertaba ningún interés. Siendo bastante clara, le dije: "contigo sí, pero con tu amigo no". Él insistió en que viniera también su otro amigo, y finalmente le dije: "¿pero qué pretendes hacer en el baño que no puedes prescindir de tu amigo?". A lo que él, también claramente, contestó: "¿me la chupas?". Sí, así de explícito. Parece mentira que por aquel entonces yo no me sorprendiera de nada, cuando si me dijeran eso hoy, me levantaría indignada y le diría que no soy una golfa. Claro, que por aquel entonces era algo bastante parecido a una golfa. Continuando con la historia, le volví a contestar: "a ti sí, pero a tu amigo no." Él se rió y por fin se decidió a prescindir de su amigo.

Salimos fuera en vez de al baño. El pub estaba en una calle no muy concurrida, de modo que nos sentamos en el escalón de un portal y nos empezamos a liar. Él no tardó mucho en meter la mano por debajo de mi camiseta. Yo hice lo propio, por debajo de sus pantalones. No obstante, no le parecía bastante: ya lo había dejado claro dentro del pub. "¿Me la chupas, nena?", preguntó. Él estaba tremendo (bueno, así lo veía yo con 15 años), y yo quería follarmelo. Me encantaría saber qué clase de ocurrencia borde diría si algún tío me soltara "melachupasnena" hoy en día, no podéis imaginar lo irónica que puedo llegar a ser en la vida real... ¡se me ocurren unas cosas derrepente que me auto-fascino! A lo que iba... ni si quiera contesté. Bajé la cabeza y empecé a chuparsela. Por primera vez (y no han habido muchas más porque lo odio), se me corrieron en la boca. Tardó un buen rato en correrse, pero es que yo me estaba empleando a fondo con aquella mamada. Craso error, porque me quedé sin polvo. Puesto que estabamos en la calle, no tuve otro remedio de tragarmelo. Entonces continuamos liándonos y ¡por fin!, él metió su mano bajo mi vestido negro, (¡ah, qué nostalgia de post, aquel vestido me encantaba... era el que solía ponerme cuando quería comerme el mundo y lo que no es el mundo!).

Empezó a masturbarme mientras nos liábamos. En aquel preciso momento, cuando me estaba haciendo dedos, ¡PUM! Salieron todos sus amigos del local. Sé que no es el final que esperabais y que la historia iba muy bien en cuanto a "cachondismo", pero es la pura realidad. Como os decía, ellos iban bastantes. Salieron y los dos primeros que salieron nos pillaron de pleno, de modo que, debido a su corta edad (y madurez), en seguida empezaron a decir "el Joaquín le está haciendo de todo a la ..." (¡ajá! ¡te pillé! ¡ya os he dicho que no os pienso decir mi nombre!). En cuestión de segundos lo sabian todos, lo cuál me daba igual porque aunque la mayoría trabajara en la misma discoteca que yo, no eran mis amigos. La vergüenza vino cuando lo supo G, puesto que era un amigo que supongo que no esperaba que fuera tan suelta con quince años (él tenía 19) y claro, estuvo con bromitas toda la noche. Mi amiga no me importaba que lo supiera, al fin y al cabo ella estaba con otro chico y yo se lo hubiese contado igualmente. La semana siguiente en la discoteca, supongo que todo el mundo lo sabía ya. Evidentemente la gente es muy falsa, y no vienen y te preguntan si es cierto, o te dicen que lo saben. Pero algunas compañeras con las que tenía más confianza (y que estaban igual de "sueltecitas" que yo en esa época), sí que me dijeron "¡tía, te has follado al Joaquín, qué cabrona!" (sí, así lo decían, ¿es que no he dicho ya mil veces que teníamos 15 años?). Desperté muchas envidias, y ya os contaré mis demás encuentros y encontronazos con Joaquín, porque este chico en mi vida sexual, tiene más de una anécdota interesante.

En fin, benditas sean las épocas en que no tenía cabeza: todo era fiesta, fiesta y más fiesta. Esas fiestas que se pegan las niñas rebeldes en las películas, con el sexo que no muestran en las pantallas. Sin embargo, la vida me ha enseñado muchas cosas, e incluso a pesar de haber sido la más atrevida, la más arriesgada, la más vividora, la más fiestera y la más indiferente respecto a las opiniones ajenas, con el tiempo he aprendido que la vida no es sólo fiesta. Y claro, ahora sigo saliendo todos los fines de semana, pero ya no es lo que era. Eso solo se vive una vez en la vida, y si tienes la suerte de vivirlo. Supongo que a todo el mundo le parecen una locura las cosas que hacía en su adolescencia, pero yo, que aún estoy en la mía, puedo garantizar que hice todo lo que todo lo que está mal visto hacer y fue genial, pero supe pararme. Sino, sabes pararte al final te pasas y acabas mal, no puedes vivir siendo una niña rebelde toda tu vida... pero ¡qué bien me lo pasaba haciendo todas las locuras imaginables, y cuánto sexo tenía en aquellas épocas! (Cualquiera diría que tengo 19 años... en realidad, sí, sigo haciendo locuras, pero ya no son una novedad, y comparadas con aquellas, questo non è molto!)

domingo, 28 de marzo de 2010

Pasen y vean...

Sé que muchos hombres piensan que lo que voy a decir es una mentira universal, y sinceramente, yo no sé el resto de mujeres, pero en mi caso os juro que es cierto: nunca he visto una película porno. Bueno, lo típico de pasada haciendo zapping a ciertas horas, pero nunca he visto realmente un vídeo o película porno. Una vez le dije a mi ex-novio que me pusiera uno por curiosidad, y a los 10 minutos le hice pararlo porque me daba asco (aunque también tengo que decir que eran una chiquilla de mi edad más o menos y un señor que más que mayor, podría decirse abiertamente que era un viejo). No obstante, para gustos colores, yo lo respeto todo.
En fin, de eso no es de lo que iba a hablar hoy. Hoy os iba a contar que aunque no veo porno, sí que leo blogs de sexo, algo bastante evidente considerando que este es mi blog de sexo. Ya sabéis que soy heterosexual, pero en un blog de sexo descubrí unas fotos de una actriz porno llamada Aletta Ocean. Que seguramente es muy conocida, o no, ni idea, pero me pareció tremendamente sexy. Desde entonces, la incluyo en mis fantasías.
Así que para el deleite de todos los que gusten, aquí os he dejado unas fotos suyas. Como es actriz porno, tiene una página web con infinidad de vídeos porno (www.alettaocean.com), así que aunque a mí no me guste el porno, para el que le guste ahí la tiene. Aunque son de pago, ¡no os ilusionéis! (Ay, cuánto me ahorro no gustándome el porno...)
Y como mujer, además, debo añadir que ¡joder, ya me gustaría a mi tener un cuerpazo como ese acompañado de esos ojazos! Y sí, me refiero a los ojos de verdad, a los azules.

jueves, 25 de marzo de 2010

Sexo, fiesta y drogas.

Mentiría si dijera que no he tenido algún que otro coqueteo con las drogas. No me drogo, nunca me he drogado como costumbre para salir cada fin de semana, ni falta que me hace. Ni si quiera el beber me hace falta para salir cada fin de semana. Pero sí, he tenido mis coqueteos con las drogas.

Hablaré de una historia de esas mías a las que os tengo acostumbrados. Una noche una amiga y yo nos fuimos de fiesta a una conocida discoteca de aquí (tiene gracia, nunca sabréis donde es "aquí"). Había un fiestón, de esos que no te quieres perder, y necesitabamos un coche en el que ir. Mi amiga me dijo que unos conocidos nuestros iban, y aunque a penas habíamos hablado con ellos antes de aquello, nos fuimos con ellos. La noche empezó con alcohol, en grandes dosis. La discoteca parecía tener niebla entre tanto humo, pero no hacía falta ver a la gente para bailar de forma incansable. A las 7 de la mañana cerraron, pero la fiesta continuaba en el parking.
Nuestros "amigos" (vamos, conocidos), se habían estado haciendo rayas toda la noche. A mí no me importa, el conductor no se hacía y al fin y al cabo es su vida, no eran mis amigos siquiera. Pero las grandes cantidades de alcohol despertaron mi curiosidad por hacerme yo alguna, que nunca me había hecho (y para ser exactos, no me he vuelto a hacer, ni tampoco me causó tanta diversión como para querer repetirlo). Allí, recién salida de la discoteca y con un pedo monumental, me hice unas cuantas rayas. La fiesta continuó en el parking hasta las 11 de la mañana, y eso para nosotros, que aún quedaba bastante gente por allí a esas horas. A la vuelta uno de ellos me empezó a decir que era muy guapa. Que le gustaba mucho. Que por qué no le daba un beso. Por supuesto, todo aquello con la efusividad propia de haberse hecho bastantes más rayas que yo. Y con la efusividad de las rayas que me había hecho yo, le di un beso.

Ni si quiera me hubiese fijado en él de no ser por el alcohol y la cocaína. Pero bueno, le di el beso. Y de un beso a otro beso, sin ser ni si quiera consciente de los besos, los daba porque la negación no era una opción para mí, iba demasiado ciega. Llegamos a mi casa, que no había nadie. Subimos él, mi amiga y yo. Ella se fue a dormir, él y yo nos quedamos en el salón. Por si no había suficiente, unos cuantos porros, y con tanta mezcla, las risas no cesaban. Riéndonos todo el rato, nos liábamos, cachondísimos. (Aunque no me guste apoyar las drogas, tengo que decir que no debe ser muy cierto eso de que la cocaína disminuye la líbido, aunque no digo que la aumente, que no sé tanto de drogas gracias a Dios). Partiéndome de risa, le desabroché los pantalones. Le comí la polla como si se fuese a acabar el mundo. Y después, él me quitó el vestido y me metió la mano, los dos partiéndonos de risa. No puedo negar que fue un polvo entre cómico y divertido. Me senté encima de él, con una pierna a cada lado del sillón a follar. Él aguantaba y aguantaba, me corrí dos veces. Me cansé y nos tumbamos en el sofá. Se puso encima y seguimos follando a un ritmo incansable. ¡Por fin! Tuve un orgasmo. Increíble en mí, los he tenido contaditos... es más, tardé tanto en tener el primero que llegué a pensar que era anorgásmica. Seguimos, yo casi sin ganas ya después del orgasmo, y por fin acabó.
Cuando acabamos de follar, aún nos estábamos riendo. Las drogas no son buenas. Pero aquel polvo, fue una enorme excepción. Desde entonces, siempre que nos vemos actuamos raro. Antes eramos conocidos, así que no he perdido nada tampoco. Sólo lo sabemos él y yo, los demás se quedaron en la parte de los besos tontos en el coche. Y con aquello me quedo yo de la cocaína, porque sinceramente: no es para tanto.

miércoles, 24 de marzo de 2010

Mentes creativas.

Mentes creativas son las que han creado el siguiente anuncio en favor del uso del preservativo, y no las que tiene el Ministerio de Sanidad español, que se lució (en el sentido negativo) con el anuncio del "rap" para el uso del condón...
Perdonarme por no haber actualizado en casi todo el mes, aquí os dejo con el anuncio:

lunes, 8 de marzo de 2010

¿Dónde te pondría más tener sexo?

De 50 personas que han votado, a un 18% (9 votos) les pone o les gustaría tener sexo bajo el agua, ya sea en la piscina o en el mar.
Muy de cerca, un 14% se arriesgaría a tenerlo en el trabajo, la universidad, el colegio... El morbo de lo prohibido.
Un intelectual 12% no podría abandonar la biblioteca ni para tener sexo, ya sea por eso de no poder hacer ruido, o por el riesgo de ser pillados. O simplemente porque hay mucho que estudiar, quién sabe.
Un 10% apostaría por tener relaciones en los baños de un local, todo un clásico que yo ya he probado, así que no sé a qué esperáis. En el mismo puesto, con un 10%, muchos querríais cabrear a la vecina refinada o sorprender al vecino mirón manteniendo sexo en las escaleras de un edificio. Precisamente esto también lo he probado, y personalmente no me pareció muy cómodo.
Esto es algo que me gustaría probar: tener sexo en unos probadores. A ser posible de Bershka, que la música electrónica ayuda a seguir un ritmo, os lo digo por experiencia aunque no sea en probadores. Un 8% quiere hacerlo o ya ha comprobado que le gusta aprovechar las tardes de compras.
De nuevo un empate: un 6% de vosotros querríais cumplir una de las fantasías más recurrentes, la de hacerlo en los baños de un avión. Esto es algo que nunca me ha producido ningún morbo, pues quizás es porque yo solo he viajado en clase turista, pero esos baños siempre me resultan repugnantes. Eso sí, para gustos, colores. Otro 6% prefiere hacerlo en un cuarto de contadores, que realmente no es mucho más acogedor ni limpio que el baño de un avión, pero lo he probado y tanta oscuridad tiene su morbo.
A un total de un 8% le pondría hacerlo en medios de transporte. Un 4% de estos lo haría o lo suele hacer en el coche, quién sabe si con el clásico tándem "Ford Fiesta y descampao" o en la limousine de Rafa Méndez en "After Hours". Al otro 4% le gustaría mantener relaciones sexuales en el metro (que alguien lo cuente si lo ha hecho ya, ¡por Dios!), algo que comparto con ellos aunque todavía no he tenido ocasión de probarlo. Supongo que tampoco es cuestión de hacerlo en hora punta, aunque quizás los últimos metros de la noche...
Dentro del empate anterior estarían aquellos sacrílegos (no os ofendáis, que a mí también me gustaría), que con un 4% querrían hacerlo en un confesionario.
Sólo un 2% querría hacerlo en la cocina por encima de cualquier otro sitio. Es curioso, pero con todo lo que he probado y precisamente eso no... Y otro 2% prefiere innovar y el sitio donde más le pondría, no aparecía en la lista.
Nadie ha votado por "sitios más tradicionales" (lógico... sino no sé que harían en este blog), ni tampoco por hacerlo en un parque.
¿Sabéis que os digo? Que desde que vi un capítulo de "Mujeres de Manhattan" en que una de ellas follaba encima de una lavadora en marcha, he querido hacer eso, así que a ver si lo cumplo y os lo cuento.
¡Gracias por participar!

martes, 2 de marzo de 2010

Promiscua ella, promiscuo él.

Un chico sale de fiesta y se folla a 5 tías en una noche. "Qué envidia, qué machote, qué crack, qué amo, qué mujeriego, qué latin lover. Pongamos su foto en un marco de oro."
Una chica sale de fiesta se folla a 2 tíos en la misma noche. "Menuda guarra, se los ha tirado conociéndoles solo de una noche. Debería hacerse respetar. Esa es una putilla, una pelandrusca, esa busca lo que busca."
Intentad hacer examen de conciencia y no seáis hipócritas. Preguntaros, con total sinceridad, qué pensaríais si te cuentan estos dos casos por separado de dos conocidos. Seguramente, lo que yo he puesto entre comillas, aunque sea lamentable. No os preocupéis, la culpa no es totalmente vuestra, sino de una sociedad que aún no ha superado las diferencias entre sexos en muchos aspectos (por mucho que haya miembros y miembras), y que viene arrastrando las creencias arraigadas en ella desde hace siglos.
Pocas culturas aceptan con la misma libertad la promiscuidad de las mujeres que la promiscuidad de los hombres. Sin duda, no es necesario que señale que esto no debería ser así. En mi opinión, "o todos moros, o todos cristianos".

¿Qué se puede hacer para cambiar esto? Pues aparentemente poca cosa, porque muchas y muchos son los que reivindican esta aceptación cuando lo reflexionan, pero después vienen y les cuentan que Pepita se ha hecho a tres en una noche y dicen "es que esa es una golfa".
Lo que deberíamos hacer, aunque haciendo examen de conciencia os hayáis dado cuenta de que alguna vez habéis hecho ese tipo de comentarios, es comenzar a pensar antes de hablar, y cuando vengan y os cuenten este tipo de chismorreos decir que si una chica ha hecho eso, enhorabuena, es su vida. Y si lo ha hecho un chico, más de lo mismo. Tenemos que comenzar a practicar la igualdad sexual individualmente, a ver si uno más uno son muchos.

jueves, 25 de febrero de 2010

Nieve, frío y sexo para entrar en calor.

Ya estoy contando los días para las vacaciones de Semana Santa, realmente necesito unas vacaciones ya. Esto me recuerda que el año pasado, en esas fechas, me fui de viaje con mis amigas a la nieve. Por el día la mayoría hacían snowboard y esquiaban, y las tres que no sabíamos hacerlo ni tampoco lo intentamos, durante el día dormiamos y dabamos algunas vueltas por las pistas. El segundo día, las tres no-esquiadoras conocimos a un grupo de alicantinos y por la noche nos invitaron a acompañarles a un pequeño pub que había por allí. Se lo dijimos a las demás y quedamos con ellos por la noche. Yo durante el día le había echado el ojo a uno de ellos, uno moreno, tanto de piel como de pelo, con ojazos azules y un poco pijo. No suelen gustarme los pijos, pero este era especialmente guapo y a la hora de hablar, era simpático.

Nos recogieron en las cabañas para llevarnos hasta el pub. Al principio estabamos los dos grupos un poco distanciados, porque tampoco teníamos mucho de que hablar. Al llegar al pub nos pedimos unas copas y nos sentamos en unos sofás que había, porque aún no había mucha gente (después se llenó una barbaridad). Entonces empecé a hablar con el chico que os decía, Kike, y otro chico. Al cabo de un rato se acercó otro de ellos que ya iba un poco borracho y bromeó "con estos no hables, que la tienen como un cacahuete". Empezaron a bromear entre ellos diciendo "como un cacahuete la tiene él, yo la tengo como Nacho Vidal" y así sucesivamente. Al final yo les dije, bromeando también, "yo lo que no veo no lo creo". Entonces Kike me dijo "pues cuando quieras te lo crees". Me reí y seguimos hablando Kike y yo, su otro amigo se puso a hablar con otras amigas mías. Cuando ya llevábamos unas cuantas copas empezamos a liarnos y Kike metió la mano por mis pantalones. Yo le dije "aquí no, que están todos delante", a lo que él contestó "vamos al baño". El baño era unisex, y estaban los wáteres en cabinas. En una de ellas nos metimos y empecé a chuparsela. Después de un rato se corrió en mi boca y yo me lo tragué, lo cierto es que me molesta que lo hagan sin avisar, pero por otra parte me pone mucho. Después de eso salimos del baño y nos juntamosf uera con los demás, que ya estaban preguntándose dónde habíamos ido. Otra de mis amigas se había liado con otro de ellos.

Sobre las 4 cerró el pub y nos fuimos a las cabañas. Como nadie quería ir aún a dormir, se vinieron a nuestra cabaña y seguimos fumando, bebiendo y hablando en los sofás. Desde que habíamos salido del baño, Kike y yo apenas nos habíamos acercado. Al cabo de un rato, me levanté al baño, que estaba dentro de mi habitación. Cuando salí, me encontré a Kike en la habitación. Me tumbó en la cama sin mediar palabra, cosa que me sorprendió muchísimo, y empezó a masturbarme. Pronto empezó también a lamerme y después llamaron a la puerta. Entró una amiga al baño y después cerramos con pestillo para continuar lo que habíamos empezado. Estabamos cachondísimos y fuimos en busca de un condón, pero no teníamos. (No debéis hacer esto nunca, y menos con gente que hayáis conocido ese mismo día, ¿ok? Yo no tuve problemas ese día pero se pueden tener, así que ¡cuidadito!). Pensábamos si seguir o no y seguimos. Me puso encima (cosa que odio), y empezamos a follar. Oía como fuera los demás comentaban "estos llevan mucho rato ahí dentro" y se reían. Cuando me cansé de estar encima, nos pusimos de lado, y fue entonces cuando alcancé el orgasmo. Inevitablemente, se oyó fuera. Y poco después, Kike se fue al baño para correrse. Yo me subí los pantalones (ni si quiera nos habíamos quitado completamente la ropa), y quitamos el pestillo. Nos quedamos tumbados en la cama hablando y al rato salimos.
Os podéis imaginar como fueron los tres días restantes: todas las tardes y todas las noches Kike y yo en su habitación o en la mía. Por lo demás, el viaje estuvo muy divertido también. Al final del viaje, de ocho amigas que fuimos, cuatro se habían enrollado con amigos de Kike. Como el vive en Alicante y yo no, no le he vuelto a ver, pero de vez en cuando hablamos por el Tuenti. Eso sí, como amigos, y es que esto es algo que me encanta en un chico: que no me estén hablando de sexo continuamente solo porque hayamos follado. Cuando estaba follando, era puro sexo, pero después eramos tan amigos. Ay, si viviera en mi ciudad...

sábado, 20 de febrero de 2010

De cómo una noche de fiesta puede acabar en dos polvos y un 69.

Hoy os voy a contar una historia reciente, la historia de Marc. Le conocí en una de las discotecas en las que he trabajado como imagen. Una de mis compañeras tuvo ciertos encuentros con él en el cuarto de contadores que había al lado de los camerinos (¡ay, si las paredes del cuarto de contadores hablaran!). Yo me llevaba muy bien con ella y aunque ellos no tenían nada más allá del cuarto de contadores, nunca me fijé en él porque siempre le vi como el chico que se tiraba mi amiga (más que una amiga era una compañera, pero hablabamos mucho).

Después de que la discoteca acabase cerrando, me lo seguí encontrando en otros locales. Yo le saludaba con dos besos o de lejos, y punto. Un día, con esto de las redes sociales, comentó en una de mis fotos de Facebook. Así empezó un sutil coqueteo que no iba más allá de los mensajes del Facebook y las sonrisas cuando nos encontrabamos. Una de tantas noches me lo encontré y me invitó a una copa. Se quedó toda la noche cerca de donde mis amigas y yo estábamos bailando, y para ser sincera, esa noche yo iba muy poco discreta. Se me acercó el típico borracho pesado y no le hice ni caso, y al irse el borracho, se acercó y me dijo "si es que no se puede resistir uno". En ese rol que tanto me gusta de hacerme la tonta, le dije "¿resistirse a qué?" a lo que evidentemente contestó "a tus encantos". Unas risas y cada uno de vuelta con sus amigos.
La noche fue larga, pues ambos nos quedamos hasta el cierre. A esas horas ya no hay casi gente en las discotecas, así que se acortaron aún más las distancias. "Oye, ¿cómo volvéis a casa?" me preguntó. "Mi amiga vive aquí al lado, vamos andando y me quedo allí a dormir". Entonces me invitó a llevarme a casa en su coche. Después de dejar a sus dos amigos en casa, vino la invitación a su casa, como era de esperar. Continuando con obviedades, yo acepté. Su casa era enorme, muy bien decorada y muy moderna. La había decorado su madre, la casa era de sus padres pero ellos preferían vivir en un pueblo y que él se quedara allí. Así que allí estabamos, cada uno en un sofá, fumando y hablando de nada. Viendo que allí no pasaba nada, fingí sueño y le dije que yo me dormía, pero supo reaccionar y me cogió en brazos y me llevó a la habitación.

Empezamos a liarnos y se puso encima mío. Yo sinceramente no entiendo el petting, el hecho de que alguien se esté refregando por encima mío sin estar haciendo nada, más que excitarme me resulta una situación cómica, y no me da la risa de milagro. Tras un rato así, le desabroché los pantalones y empecé con el sexo oral. Pronto empezó él con lo mismo, y así comenzamos con lo que se llama un 69 brutal. Me encanta el 69, porque cuanto mejor se lo haces tú a la otra persona, más se excita esta y mejor te lo hace a tí, así que resulta siempre más que satisfactorio. Cuando ya le quedaba poco para correrse, me puse a cuatro patas y acabamos lo que habíamos empezado, follando. Después él se fue al baño, y para mi sorpresa, al volver seguimos liándonos. De nuevo la cosa empezó a subir de tono, y me empezó a masturbar. No sé que hora sería, pero después de una noche de fiesta, ya debían pasar de las 10 de la mañana y yo ya estaba cansadísima. Esto no fue razón para que no me pusiera muy caliente y en cuestión de minutos, estuvieramos follando otra vez. El segundo polvo duró mucho más que el anterior (entre otras cosas porque el primero fue más bien para terminar el 69 que por el propio polvo en sí), pero él estuvo todo el tiempo encima que es como a mí me gusta. Después de ese, volvió de nuevo al baño y al regresar, me invitó a quedarme a dormir. Desgraciadamente, yo tenía comida familiar, así que me llevó a mi casa y desde entonces, que hace dos semanas, seguimos con el coqueteo sutil por Facebook.

viernes, 19 de febrero de 2010

Mi imán.

Yo tenía quince años. Una noche, me fui a una discoteca con dos amigas por casualidad. No estaba planeado, pero allí aterrizamos. No teníamos alcohol, pero encontramos quien nos invitara. Nos sentíamos en una nube, como si fueramos las protagonistas de la noche. Teníamos quince años y la noche entera por delante, sin nada que perder. Dimos vueltas, conocíamos a todos, y ya conocimos a los desconocidos. Entonces una amiga me presentó a un chico. Yo ya empezaba a notar los grados del alcohol por dentro de mí, aunque aparentemente aún no eran perceptibles para los demás. Esa misma semana, una "amiga" se había liado con mi novio ¡qué drama! Lo habíamos dejado, por supuesto. Esa noche era la nuestra. ¡NO! Esa noche era la mía. Allí estaba mi ex, con ella, pero eso no me importó. Como decía, me presentaron a ese chico y no me llamó la atención. Él se quedó bailando a mi alrededor y yo no me di ni cuenta hasta que se acercó y me dijo "¿dónde están mis amigos? Uy, me he quedado perdido". Me pidió que le acompañara en busca del resto, yo lo acababa de conocer, pero le acompañé. La discoteca era grande y le dimos varias vueltas, él me cogió de la mano y a mi ni me importó, porque el alcohol no me permitía pensar tanto en los pequeños gestos que hoy percibo en cuestión de segundos, ebria o sobria. En un momento dado se paró, ya se había cansado de recorrer la discoteca. Mi ex, y otros chicos con los que entonces tenía cierto coqueteo, me habían visto recorrerla de su mano como si fuera su chica, pero a mí no me había importado. Me preguntó si podía besarme, y sin si quiera atraerme, le dejé. Salimos fuera y metió su mano bajo mi falda. Yo la aparté, ese no era el momento ni el lugar. No le pedí su número, él a mí tampoco, pero al cabo de unos días me agregó al "msn". Quién me iba a decir a mí entonces que ese chico se convertiría después en mi amante más longevo. En un follamigo, en un amante, incluso novio una temporada. En definitiva, una persona importante en mi vida. A día de hoy un gran amigo... y yo, sin quererlo, la chica que nunca falla. En la chica que habla con él todos los días, que le habla, que le ayuda, que le cuenta sus cosas, y que sin embargo, lleva años deseando que se de cuenta de quién es la que siempre ha estado ahí, la que está y la que estará. Incluso somos los que follan a veces.

Somos dos imanes. Si no nos vemos, no es necesario que nos juntemos... pero si estamos cerca, es necesario que nos unamos como auténticos imanes. Muchas veces he pensado en que quizá estoy enamorada de él desde hace tres años, pero aún no he llegado a una conclusión. No tengo celos si está con otra, pero siento la necesidad irremprimible de que sea feliz. Puedo estar un tiempo sin verle, pero si le veo tenemos que estar juntos e irremediablemente sentimos la necesidad de besarnos. Si hablo con él, nunca difiero de su opinión, pero no es adrede. Si follo con cualquier otro, lo comparo con él y siempre sale ganando, pero sin embargo no es un superhombre. Si lo pienso, es un desastre, es impuntual, es vago, es apático y es tremendamente inmaduro... pero aprecio lo divertido que es, lo sincero que es y los buenos sentimientos que tiene. Somos dos imanes que nunca se quedarán juntos para siempre, pero sus polos se atraerán constantemente. El amor ya tiene un significado, pero para esto, ¿qué palabra hay?

jueves, 18 de febrero de 2010

Años luz.

Ven, confía en mí. No hay porqué dejar para hacer después lo que quieras ya.
Es el instinto, deja que te sacuda. El cielo es de lo que creen y no de los que dudan.
Va, confía en mí, no hay margen de error: deja que en mi piel brille tu sudor
¿Qué es lo que esperas? Ya casi es madrugada. Mi cremallera no está electrificada.
Soy un volcán en erupción, no me tengas más consideración, entra en razón y que suba el telón, cámara, acción.
Subiré por tu espalda la seda, como por el muro la enredadera.
Nadie nos mira, esta noche es nuestra.
No habrá testigos, no habrá evidencias.
Somos solamente yo y tu conciencia.

lunes, 8 de febrero de 2010

Jonny, "el simpático".

Esta vez toca hablar de Jonny. Yo le conocí porque hacía Bachillerato con una amiga mía. En principio, no me atrajo en ningún momento, de hecho tenía ciertos defectos físicos que, perdón por frivolizar, pero me espantaban. Eso sí, siempre me pareció muy simpático.
Al cabo de encontrarmelo varias veces, mi amiga comenzó a decir que Jonny me tiraba los trastos. Sinceramente, es raro que yo no me de cuenta cuando eso sucede, pero realmente en cuanto me fijé era así, me estaba tirando los trastos las veces que nos veíamos y yo no me había dado ni cuenta. La gota que colmó el vaso llegó cuando él le confesó a mi amiga que "le ponían mis tetas". Mi amiga se lo contó a mis amigas y todas estaban seguras de que Jonny y yo acabaríamos follando, vulgarmente hablando.
Yo lo negué en repetidas ocasiones. "Jamás, no me pone ¡nada!". Y no era incierto, pero a veces el saber que tienes cierto poder de seducción sobre alguien hace que te llame la atención. Y lo dicho, era simpático, el típico chico con mucha labia. Me lo empecé a pensar las demás veces en que coincidimos, a la par que les decía a mis amigas que aquello nunca ocurriría, y una noche de verano me lo encontré en una discoteca. Aquella noche prácticamente todo el local había decidido comenzar el verano con bastantes grados de alcohol en el cuerpo. Yo no estaba borracha, pero decidí hacer como que a mí también me había afectado el vodka azul.

Me acerqué a él -que no iba borracho, pero sí que llevaba alguna copa de más- y le dije "Jonny, tengo que hablar contigo, ven un momento". Se lo dije toda seria, y él debió de alucinar, porque no habíamos hablado nunca más allá de las ocasiones en que nos habíamos encontrado en cenas o fiestas. Su cara reflejaba un poco esa alucinación, ya que se notaba que estaba extrañado. Me lo llevé a una columna y sin tapujo alguno (cosa rara en mí) le dije: "Se comenta que te ponen mis tetas". Él intentó responder, seguramente intentando justificarse pensando que sería necesario, pero le corté antes de que emitiera sonido alguno. "Y tengo otra duda... ¿también te pone esto?". Me lancé a su cuello, los besitos lentos por el cuello nunca fallan. Ni lametazos, ni chupetones, ni succionamiento vampírico. Simples roce de los labios con el cuello. Evidentemente, él no se apartó, sino que en seguida buscó mi boca con la suya.
Así estuvimos hasta que prácticamente había cerrado el local. Estabamos en un lugar de veraneo, así que nos dirigimos a nuestros respectivos apartamentos durante nuestra estancia allí. Cada uno estaba en un complejo distinto, pero estabamos muy cerca. Le invité a venirse a mi habitación, pero esto no le hizo mucha gracia a mis amigas, que querían descansar después de haber amortizado el vodka. No hubo problema, sus amigos no tenían problema alguno en acoplarse tres en dos camas y dejarnos una habitación.
Llegamos a su apartamento, sin soltarnos, como si fuesemos la típica pareja de novios -aunque ahí no había amor, solo sexo y complicidad-, y nos sentamos en el sofá. Sus amigos, "oportunos" ellos, se hicieron un vaso de leche antes de dormir. La cocina era americana, así que allí estaba yo, con cuatro personas que apenas eran conocidos, un sofá, un call-TV sonando de fondo en la televisión sin que nadie le hiciera caso y sobre el banco de la cocina, vasos de leche y Golden Grahams. Cuando acabaron, por fin se fueron a dormir.
Se me ha olvidado mencionar que el chico era de mi edad, 18 años, (en mi caso 17 este verano porque soy de finales de año). No suelo "liarme" con chicos de mi edad, no me gusta. Son inmaduros, e incluso para solo sexo, eso importa, porque hay ciertas actitudes que no soporto. Eso con él no fue un problema en ningún momento, en su caso no me quejo. Como decía, se fueron a dormir sus amigos, y claro, lo propio en un apartamento con gente de esa edad y antes de hacerlo, aún sabiendo perfectamente que lo vas a hacer, es hacer el amago de decir "bueno, vámonos tú y yo a dormir a la habitación". Y así fue.

Cuando llegamos a la habitación, perdió todo el sentido aquel amago de intento de dormir que habíamos fingido minutos antes: nada más tumbarme en la cama, se puso encima mío y me quitó la camiseta. Creo que en todo el camino no le había bajado la erección que comenzó en la discoteca. O eso, o le ponen a cien los cereales y los call-TV, porque en seguida dirigió mi mano bajo sus pantalones. No fue necesario que yo hiciera lo mismo bajo mi falda, ya lo supo hacer él solo. Y a penas unos minutos de preliminares fueron suficiente para empezar a hacerlo. Primero empezamos con él encima, pero la verdad es que no estaba notando demasiado. Un concierto de gemidos fingidos para ver si se animaba un poco el asunto, no fueron suficiente... Él estaba disfrutando, pero yo no.
No sé ni como descubrí una postura hasta entonces desconocida para mí. Él se sentó en la cama apoyándose en la pared, y yo me puse de espaldas, con una pierna a cada lado de su cadera. Lo cierto es que no es una postura muy cómoda, pero a partir de ese momento, fue absolutamente brutal, pese a la incomodidad. Cuando acabamos, además, él lo completó con un oral que fue exactamente lo que me apetecía en ese momento, sin haberlo pedido siquiera.
Como ya eran sobre 9 de la mañana, me vestí con lo que llevaba puesto antes y me quedé a dormir. Eso sí, aunque en la misma habitación, cada uno en una cama, que ya estábamos cansados. A mediodía, me despertó preguntándome si me quedaba a comer. Al parecer ya estaban todos en pie, menos yo. Me quedé a comer y fue una agradable comida. No olvidemos que es un chico muy simpático.
Me lo he vuelto a encontrar un par de veces desde verano hasta hoy, y como si nada. Dos besos, y un poco de conversación. Hasta la próxima, que estoy segura de que la habrá cuando volvamos a tener una ocasión y un lugar así.

miércoles, 3 de febrero de 2010

Sexo conmigo: manual de instrucciones.

Hay veces en que me encantaría sentarme a hablar con los hombres y decirles antes de practicar sexo: "mira, todas estas cosas son las que me gustan y todas estas son las que detesto". El problema es que soy demasiado maniática, y hay muchas cosas en esa lista, pero hoy la voy a compartir con vosotros. Chicos, ¡atended! Mujeres del mundo... ¡creo que estaremos de acuerdo en muchas cosas!
Me encantaría coger y decirle a alguno que otro que unos lametones en los pezones están bien, pero por eso de que tengo bastante pecho, hay tíos que parece que se estén liando con mis tetas, y llega un punto en que pienso "hola, estoy aquí y mi cuerpo tiene tantas partes como cualquier otro". Esa es una de las cosas que con más frecuencia me pasa y que detesto. En alguna ocasión sí que he llegado a decir "oye, no me pone nada eso", pero claro... no siempre se tiene la confianza suficiente.
Después están los que te hablan mientras estás haciéndolo. Tengo amigas a las que les gusta que les hablen, pero no es mi caso. Soy una gran conversadora, de verdad, pero cuando estoy a lo que estoy, ¡no me apetece que comentes cada detalle! Me pone que me hagan algún comentario del estilo "me estás poniendo mucho" o el típico "madre mía", pero de ahí a esos que cada paso que dan te preguntan si te gusta, pues no es lo mismo. Y el colmo está en los que encima te preguntan "¿la tengo grande?"... La tengan grande o no, ¿para qué lo preguntan? Oye, coge una regla, midétela y después metete en Google y compara con la media española, ¡pero no me lo preguntes a mí! Si la tienen grande, siento que lo preguntan para estimular su ego, y si no es así, te ponen en un compromiso. Y ya para qué hablar de aquellos que te piden que le pongas una nota a su polvo. ¿Me ven cara de profesora de sexología? Bueno, quizás sí ¡pero era una pregunta retórica!

Otra de mis muchas manías es la de la luz. A ser posible, que no haya nada de luz. Si no es posible, me conformo con una luz tenue o con la que entre por las rendijas de la persiana... pero no puedo, en absoluto, hacerlo con iluminación total. Sé que es fruto de inseguridades, pero esa no es razón para que quiera hacerlo con plena luz.
Aunque sin duda, mi gran mania es la de las posturas. Sé que se disfruta más estando encima, pero solo lo he hecho dos veces en mi vida y no me entusiasma porque me concentro demasiado en lo que tengo que hacer y no disfruto en absoluto. Además, el contacto con la mirada es más directo y no me gusta que me miren a la cara (y mucho menos a los ojos) mientras estoy haciéndolo. La otra postura común que no soporto es la del perrito, porque no me gusta mi trasero y soy incapaz de disfrutar mientras pienso "Dios, tiene mi culo en primer plano". Respecto a todas las demás (normalitas y algunas no tan normalitas), no tengo ninguna queja, pero precisamente esas dos que son tan normales, me dan muchos "problemas", porque una cosa es decir en un blog que es por mis inseguridades, y otra muy distinta empezar a explicar todo esto cuando te ponen voz "tontorrona" y te dicen "va, ponte encima". Simplemente me limito a decir que no, que no me apetece, que estoy muy cansada o me hago la loca.

En esto no tengo nada de raro, pero una de las cosas que más me ponen es que me den besos en el cuello, y sin embargo, ¡la mayoría de hombre no lo hacen, o lo hacen medio minuto! O al menos esa es mi experiencia.
Además, pertenezco al grupo de mujeres a las que les gustaría que los hombres dedicaran más tiempo al sexo oral (algunos directamente, se creen que les basta con las manos). Por cierto, ahora que lo pienso, si hiciera un grupo en Facebook, triunfaba seguro. Bueno, ya debe de haberlo, creo que todo lo existente en este mundo tiene un grupo en Facebook.
Y después de todo esto que os he contado, decir que después de mi breve ausencia, me ha nacido el hacer un post de este tipo, al que por otra parte, he querido darle un tono irónico, porque así soy yo en la vida real, suelo ironizar con todo. Espero que os haya gustado, y desde aquí mandar un saludo a Susanita la Sexosa, que me hizo una reseña en su genial blog y aquí se la devuelvo.

viernes, 15 de enero de 2010

El día en que me desvirgaron.

Hoy os voy a contar como perdí mi virginidad. La verdad es que temo que, a pesar de que los nombre están cambiados (siempre los cambio), alguien lea esto y sepa quien soy, porque la historia aunque parezca hasta ficticia, no es ficticia. Es total y absolutamente real, y por eso temo que alguien sepa quien escribe esto, porque es bastante particular.
Perdí la virginidad con 14 años. Con esa edad yo no tenía la mentalidad de cualquier niña, aquel año fue "mi año de rebeldía", y hacia lo que me venía en gana. Me lo pasé genial, aunque me arrepienta de algunas cosas, y una de las cosas que descubrí entonces fue el sexo casi en su totalidad.
Mi mejor amiga celebró su fiesta de cumpleaños en su casa. Su madre le había dejado la casa hasta las 4 y media, y después ella se iría a dormir a casa de su padre. Esta chica, que hoy día ya no es mi amiga por otros motivos, ya por entonces no contaba con demasiados amigos, así que a su cumpleaños acudimos ella, yo y otra amiga de ella, y claro, como eso no es un cumpleaños, invitó a unos conocidos. Recuerdo perfectamente que esa noche llegué tarde porque quedé por la tarde con el gran amor de mi vida, que ya os contaré otro día, y tras una discusión tuve que ir andando a su casa (que no estaba cerca), porque no quise ir en moto con él a ninguna parte. Llegué llorando, porque así me había pasado todo el camino, pero como no quería aguarle la fiesta en seguida me puse a tono con unos cuantos cubatas y unos cuantos porros. La fiesta fue bastante normalita, nada raro dentro de lo que es una fiesta de adolescentes. Mi amiga se metió en la habitación con uno de los chicos, aunque no llegaron a tener relaciones, y a las 4 y media me dijo: "bueno, vamonos a casa de mi padre". Y yo le dije "¿pero vas a dejar en tu casa a estos chicos, que a penas son unos conocidos?". Obviamente la idea era totalmente descabellada, unos chicos de entre 14 y 17 años, que a penas eran amigos suyos, en su casa y sin nadie más. A mí no me apetecía quedarme a "cuidarlos", pero como no iba a dejar que mi amiga llegara al día siguiente y se encontrara la casa hecha unos zorros, le dije que yo me quedaba.

En cuanto ella y la otra chica cruzaron la puerta, ellos empezaron a hacer el imbécil. Al principio les dije que parasen, pero ya me cansé de decirlo. Como ví que no paraban, les pegué un buen grito y les dije "yo ya no os aguanto más, hacer lo que os de la gana". Y me metí en la habitación que tenía la cama de matrimonio.
Al cabo de un rato, oí como uno de los chicos, Jose, les decía "eh vamos a parar de hacer el gilipollas, que la pobre chica se ha quedado aquí sin su amiga por hacerle el favor". Cuando consiguió que todos sus amigos le hicieran caso, llamó a la puerta de la habitación: "¿puedo dormir contigo, es que no quedan más camas ni sofás en la casa?". Y yo, obviamente le dije que sí. En seguida me dijo que si nos hacíamos un porro, nos lo hicimos, empezamos a hablar y apagamos la luz. Poco tardamos en empezar a liarnos, pero entonces entró otro de ellos, Roberto, (sin luz, no veía qué hacíamos) y dijo "me quedo aquí con vosotros, ¿vale?" Y se puso a mi otro lado. Entonces Roberto empezó también a besarme, sin saber que ya lo había estado haciendo con el otro. Estabamos totalmente a oscuros, y ninguno de los dos sabía nada. Al rato, volí a hacer lo propio con Carlos y éste empezó a tocarme. Entonces le dijo a Roberto:
- Oye, ¿por qué no te vas a otra habitación?
- Mejor vete tú, creéme. - le contestó Roberto.
- No, vete tú, porque estabamos liándonos antes de que entraras.
- ¡No te inventes! Me estaba liando yo con ella hace 5 minutos. ¿A que sí? - preguntó dirigiendose a mí.
- Bueno... en realidad me estaba liando con los dos. - contesté yo.
A ellos les dió muchísimo morbo y enseguida empezaron a tocarme. Yo hice lo mismo con uno de ellos, a ratos con uno y a ratos con otro. Cuando todos estábamos sin pantalones, entró otro sin avisar, que con la luz que procedía del pasillo, vió perfectamente el panorama. Éste en seguida cerró la puerta, y se oyó como le decía a los otros dos chicos:
- ¡Tíos! ¡Se están montando un trío!
Mientras tanto nosotros nos pusimos los pantalones, prediciendo que volverían a entrar, y así fue. El mismo que había abierto la puerta, Santos, entró y se puso a hacer comentarios tipo: "madre mía la niña, ¿no?". A todo esto, cabe recordar que yo tenía 14 años y el mayor de ellos 17. Entonces preguntó con una risa bastante pícara "¿y yo también me puedo quedar aquí?". Y mientras los otros le decían que no, yo tardé un rato en decir tímidamente "que se quede, que se quede".
Fue cuestión de minutos que de pronto estuviera cachondísima, con tres hombres dedicándose exclusivamente a mi placer. Sí, yo también les daba lo suyo, pero estoy segura de que yo aún disfruté muchísimo más. Tres lenguas y seis manos para una, son mucho más que una boca y dos manos para tres... Lo cierto es que de puro placer, había alcanzado un punto en que ya ni si quiera era consciente de lo que estaba haciendo. Tan sólo disfrutaba de cada milímetro de mi cuerpo y de los suyos. Tan es así, que otro de ellos, Edgar, abrió la puerta y ninguno de nosotros se quejó en absoluto. Se unió a nosotros, y como yo no daba más de sí, mientras estaba con uno y otro, los restantes se masturbaban. Santos me hizo el mejor cunnilingus que me han hecho hasta el día de hoy en toda mi vida. Increíble, cuando pienso todo el placer que concentré en mi cuerpo esa noche, a veces pienso que fue un sueño. Pero no, no lo fue. Fue mucho mejor que eso porque el placer era totalmente real.
Evidentemente, podéis imaginaros la cara que se les quedó cuando, en medio de esa especie de orgía o quinteto, como queráis llamarlo, uno de ellos me dijo que quería follar y yo le solté "soy virgen". Se empezaron a reír porque realmente pensaban que lo decía en broma. Es lógico, nadie creería que una mujer que está manteniendo sexo con 4 tíos sea virgen. Entonces yo les insistí, que iba en serio, y aunque no se lo acabaron de creer, uno de ellos me preguntó: "¿y qué, quieres perder hoy la virginidad?". Y yo, que no podía estar más caliente, les dije "sí". En seguida se preguntaron quién llevaba condones y nadie llevaba. Uno de ellos salió a buscar al que estaba durmiendo por si él tenía. Y qué casualidad, que justo el que estaba durmiendo, tenía uno en la cartera. Al haber sólo uno, surgió la duda: "¿a cuál de los 4 te quieres follar?". Y yo, que me debatía entre Santos y Jose, les dije "a Jose", porque era el mayor de ellos y pensé que tendría más experiencia (hoy en día me río de pensar que aquello era experiencia).
Todos abandonaron la habitación y nos quedamos solos Jose y yo. La verdad es que no tenía ningún miedo: en primer lugar, porque perdí el himen de pequeña montando a caballo, y en segundo lugar, porque después del tiempo que había pasado con tantos hombres para mí sola, no podia más que pensar en querer más y más. Me dejé guiar por él, que me dijo "ponte arriba" y la verdad es que no hizo falta mucha más instrucción. Hoy en día, cuando pienso en aquel polvo, pienso que estuve fatal, pero a pesar de eso, Jose me repetía una y otra vez que no se creía que fuese virgen. Lo que es más, incluso después de desvirgarme, se convenció de que definitivamente yo no era virgen antes de eso, aunque realmente lo era.
Por último, resaltar lo que me ponía cachondísima cuando estábamos los cuatro en la habitación: entre ellos comentaban "joder, qué guarra es, cómo no te hemos conocido antes, es una máquina, eres la mejor tía del mundo, si llegamos a saber que eras así te habríamos cogido nada más entrar por la puerta". Y por eso de llamarme guarra, en otro contexto les habría dado un guantazo, pero en aquel momento, fue algo que me ponía aún más.
Y bien, esta es la historia de como perdí mi virginidad. Desde luego, no es la típica con tu novio de tres años ni en un Ford Fiesta, lo sé. De los chicos no he vuelto a saber mucho de ellos, a veces me los encuentro en algunos locales. Lo cierto es que me he montado más tríos y sólo en una ocasión más, un "cuarteto", pero me encantaría repetir algo así, aunque es difícil que se presente una ocasión así sin buscarla. Yo, por lo menos, no desaproveché la que tuve, y aunque a veces pienso que me hubiese gustado perder la virginidad con otras personas más especiales que ha habido en mi vida, no me arrepiento de haberlo hecho así, porque sin duda es una historia como para acordarte el resto de tu vida.

lunes, 11 de enero de 2010

El invitado.

Un verano. Una playa. Un grupo de amigos.
Llega un invitado de uno de ellos.
Te mira. Habláis. Os réis. Sí, es simpático.
Pone una excusa absurda para quedarse a solas.
Le acompañas a ponerle gasolina a la moto.
(A la gasolinera más lejana de la playa, por algún motivo extraño).
Te deja en casa.
Los demás sospechan que hay química,
y que puede estallar en cualquier momento.
El plan de esa noche es el mismo de siempre,
tomar algún cocktail y dar una vuelta por el paseo de la playa.
Tu intuición te dice que hoy no será sólo eso.
Vas a cenar fuera, así que coges el cepillo de dientes.
Te maquillas de forma diferente al resto de días.
Te pones esa ropa que sabes que nunca falla.
Volvéis a estar tomando un cocktail todos los amigos,
como siempre.
Volvéis a dar unas cuantas vueltas por la playa,
como siempre.
Os cansáis de dar vueltas por el mismo paseo de siempre.
Os sentáis en la arena, para no hacer nada.
Entonces una amiga y un amigo desaparecen juntos.
Quedas tú, con el invitado y otro amigo.
Y el invitado no tiene compasión por su amigo,
así que desaparecéis juntos.
La arena es la única que sabe todo lo que hicimos sobre ella,
sobre la arena mojada, la que hay bajo el mar,
se repite al día siguiente por la mañana.
Con familias bañándose y haciendo castillos de arena,
y tú dentro del agua...
"con el invitado".

viernes, 8 de enero de 2010

Cuando se echan de menos esas miradas que lo dicen todo.

Sólo he tenido una relación larga y duradera una vez en la vida y acabó porque él se cansó de mí. Como se suele decir, fue bonito mientras duró. Pero para mí no fue bonito, para mí fue precioso. Me costó un tiempo superarlo, pero hoy por hoy está superadísimo. Lo que es a la persona ya no la quiero y con el tiempo me he dado cuenta de que yo cometí algunos errores, pero él me hizo muchísimo daño, así que no podría enamorarme de nuevo de alguien que me hizo tanto daño en su día. Lo que sí que me pasa es que aunque sea una clubber y me guste el sexo, eso no quiere decir que yo no eche de menos de vez en cuando el querer tener una relación. Además, una relación no me impide ir de fiesta ni tampoco el sexo, es más, el sexo aumenta. Y últimamente echo mucho de menos tener un novio, y me están saliendo a flote muchos temores. Seguramente son paranoias, pero me dan que pensar.

No echo de menos a mi ex-novio, pero echo de menos el tener con alguien esa complicidad que se tiene cuando tienes una pareja estable. Puedes tener muchos y muy buenos amigos, pero hay días en que te apetece salir de tu casa porque sí, y te entran ganas de llamar a "esa persona" sólo para no hacer nada. Para dar un paseo, para estar sentado en un portal viendole fumar porros, para ver una película que ni si quiera te interesa, o cualquier cosa que pueda traducirse a no hacer nada, pero en resumen para ver a alguien que te haga relajarte unos instantes. Y lo que digo que puede ser que sean paranoias es el hecho de que yo soy una persona muy compleja y me asusta que la dulce y buena soltería acabe convirtiéndose en soledad. Aparentemente, soy una "viva la vida", y no es del todo incierto, porque mi lema es el "carpe diem" y no pienso desaprovechar ni un solo minuto lamentándome por nada que no merezca la pena, aunque como todos lo haga alguna vez inevitablemente, pero más allá de esa apariencia de viva la vida está un yo interior muy complejo. Soy profunda, tengo las ideas muy claras y pienso que tengo mucho que ofrecer. Me gusta "filosofar" pero no con los demás, sino para mí misma. No obstante, mis temores son que nadie pueda llegar a conocerme tanto como en su día lo hizo mi ex-novio, pues si nadie conoce lo que hay dentro de mí, (y no puedo exteriorizarlo sin más porque, como decía, es algo complejo), seguramente solo verán una chica con ganas de disfrutar de las cosas vanales. Y quiero disfrutar de esas, pero también de todas las demás. Yo soy la primera que muchas veces busco solo un polvo, o un rollo, o un amigo; pero me da miedo que nadie pueda ver en mí algo más que un polvo o una buena amiga. Últimamente esta idea me atormenta, la idea de pensar que por ahora estoy muy bien soltera, pero que a veces echo de menos tener a alguien y supongo que esta sensación se agravará con el tiempo, y no se puede decidir cuando vendrá alguien que verá lo que hay en tí y lo valorará, aceptando lo malo y disfrutando todo lo bueno. Y aunque tengo solo 18 años, me asusta que durante muchos años, es posible que nadie vea todo eso que tengo que ofrecer.

Algo más que sexo es el título de este blog, y es que, con vosotros comparto todo lo que no confieso a nadie más. En su mayoría es sexo, pero no es solo eso... y esto es algo que no he compartido con nadie fuera de mi anonimato.

PD: Me gusta la soltería, no necesito a alguien para sobrevivir, pero también me gusta cuando se tiene a alguien. No creo en las relaciones en que se empieza enseguida sin conocer a la otra persona, yo hablo de relaciones serias, porque si una relación no se basa en la complicidad y la confianza, para mí no merece la pena. Un novio tiene que ser un amigo y un amante, alguien que te preocupe y a quien le preocupes. O al menos yo lo veo así, como aclaración para comprender mejor lo que digo.

jueves, 7 de enero de 2010

Una verbena, un polvo, un condón. Uno de cada.

Yo soy una chica de ciudad, pero como ya os comenté, también soy una amante de la fiesta. Lo cierto es que soy más de clubs, pero donde haya una ocasión de pasarlo bien, ahí estoy yo.
Este verano una amiga me pidió que le acompañara a las fiestas del pueblo de su novio. A penas llevaba unas semanas saliendo con ese chico y no conocía a los amigos de él, así que le daba vergüenza ir ella sola. Como era un pueblo relativamente grande, y era una verbena a lo grande con música no-pachanguera (no soporto las verbenas ni ningún tipo de fiesta cuya música sean canciones del tipo "La Barbacoa" y "Aserejé"), accedí sin problemas a acompañarle. Cuando llegamos al pueblo bajamos en una calle y caminamos hasta una tienda donde habíamos quedado con el novio de ella. Él apareció con tres chicos más y nos presentaron. No sabía dónde nos dirigíamos, y mientras ella estaba de arrumacos con su novio, los otros tres chicos hablaban de sus cosas, así que yo no sabía hacia donde mirar. Finalmente, descubrí que nos dirigiamos a un bajo donde beber antes de ir a la verbena.
Lo cierto es que, ya que nadie tenía que conducir, ninguno bebió de menos precisamente, y eso que yo no soy especialmente amiga del alcohol (no lo necesito para pasarlo bien, aunque no rechazo un cubata si estoy de fiesta). Una vez habíamos terminado de beber empezamos el camino hacia la verbena, con un grupo grande de gente del cuál a penas conocíamos a nadie, salvo a los que nos habían presentado hacía algo más de una hora. Esta vez mi amiga y yo emprendimos el camino hablando entre nosotras. Teníamos que pasar por la feria para llegar hasta la verbena, y con eso de que el pueblo estaba en fiestas, pues todos se empezaron a encontrar con conocidos. En ese momento, uno de los chicos, Rafa, acabó su botella y me dijo que la chupara. Yo nunca había oído eso, así que le pregunté por qué, y me dijo que, (según él), una mujer debe chupar la botella cuando se acaba. Yo, entre risas, pues así lo hice.
Una vez en la verbena, ya a todos se nos empezaba a notar esa desinhibición propia del alcohol, y yo me encontraba en la fase en que todo me parecía gracioso. La música no estaba mal, así que mi amiga y yo nos pusimos a bailar las dos sin complejo alguno, y ya os comenté que mi forma de bailar, si fuese definida en un documental de "La 2", sería como "la llamada de la hembra al macho" o algo similar, porque ese es el efecto que produce. Pero claro, llegó un momento en que mi amiga y su novio se pusieron tontos y yo, nuevamente, no sabía hacia donde mirar, así que me quedé quieta unos instantes. Entonces Rafa, que a decir verdad, es un chico muy atractivo (no suelo juzgar por el físico ni lo digo para alardear, pero es que lo es realmente), se acercó y se puso a bailar conmigo. No estoy acostumbrada a bailar como forma de coqueteo, pero él no dudó en, sin a penas haber mediado palabra en toda la noche, cogerme de la cintura y dejar escasos milímetros de separación entre nosotros. Y rápidamente, estabamos liándonos.

Me sorprendió muchísimo lo explícito que fue, pues yo suelo andarme con sutilezas aunque se me entienda perfectamente, pero él nada más besarme, se separó y me susurró "me estás poniendo malo, a tí te voy a enseñar yo". Y yo, que ya os digo que soy bastante sutil, le pregunté "¿ah sí? ¿a qué me vas a enseñar?"... y madre mía, qué sorpresa cuando sin ningún tipo de sutileza él me dijo "a follar". En aquel momento, no pude evitar reírme ante una frase tan clara. Seguimos bailando, liándonos a ratos, y mi amiga vino y me dijo "¿te quedas con Rafa? Es que me voy con Ángel por ahí". Y yo, practicando el hoy por tí y mañana por mí, le dije que se fuera sin problemas. Nada más irse ellos dos, Rafa me insistió para que hicieramos el amor, pero yo no podía más que hacerme la mojigata porque ni teníamos un coche, ni una casa a donde ir. Pero una no es de piedra, y al final accedí a perderme con él, que de nuevo me sorprendió con su claridad al girarse a su amigo y decirle en voz alta "oye, Sergio, ¿llevas condones?". Su amigo se lo dio, y con las atentas miradas de sus amigos mirándome, me cogió de la mano y me dejé guiar por él. Entonces llegamos a una esplanada enorme donde había unos cuantos árboles y arbustos bordeándola, y nos sentamos en una zona donde había restos de un derribo o algo similar, y a su vez nos cubrían los arbustos.
No tenía ni idea de lo que me esperaba a partir de ese momento. Milésimas de segundo es el tiempo que tardamos en tumbarnos y que él empezara a meterme la mano por debajo de los pantalones. Entre los efectos del alcohol, su apariencia física y lo mucho que me pone, no podía estar disfrutando más con sus manos, así que como buena samaritana que soy, le devolví el favor con la boca. En ese momento es cuando me di cuenta de que, por si no tenía suficiente con su apariencia y demás, el chico estaba muy bien dotado (de la importancia del tamaño, hablaremos otro día). Así estuvimos durante muchísimo rato, con estos preliminares extasiantes que duraron más de lo habitual. Cuando nuestra ropa ya estaba amontonada en un rinconcito de aquel rincón de la esplanada, él se puso el condón y se puso encima. ¿Cómo definir aquello? ¿Brutal? ¿Genial? No creo que hayan inventado una sola palabra que resuma aquello: un-polvo-bestial, pero elevado a la enésima potencia. Él se estaba destrozando las rodillas con las piedrecitas del suelo, y yo la rabadilla. Ambos acabamos llenos de arañazos por culpa de las pequeñas piedras, y en realidad notaba el dolor, pero en aquel momento no importaba (tampoco penséis que era sadomasoquismo, que lo respeto pero no lo practico). Cada vez que la metía era un paso más hacia el éxtasis, no quería que acabase nunca, pero como todo lo bueno -y lo malo- se acabó, aunque hay que reconocer que después de muchísimo tiempo de placer indescriptible. Él siguió haciéndome sexo oral después de eso, y yo no podía estar más mojada y dilatada que aquella noche. Pero aunque después volvimos a retomar los preliminares, sólo había un preservativo, y habiendole conocido esa misma noche, no os olvidéis de que hay que tomar precauciones tanto por el embarazo como por el hecho de que, aunque él no tenga el SIDA aparentemente o él no lo sepa, puede tener esta u otra ETS, así que "no goma, no party". De todos modos, creédme que con lo que hubo, hubo más que suficiente.

Y esto es todo por hoy, he aquí una más de mis anécdotas. La anécdota del que hasta la fecha fue el polvo más placentero de mi vida. Ah! Se me olvidaba! Él me ha propuesto que volviéramos a quedar más veces, y casualmente nunca he podido, pero habrá una segunda vez en cuanto ambos podamos, así que espero poder contaros una segunda parte de esto con tanto gusto como os cuento la primera.

martes, 5 de enero de 2010

Mujeres en mi mente.

Soy heterosexual y nunca he dudado de mi sexualidad. No tengo nada en contra de los homosexuales, ya sean mujeres u hombres, pero sencillamente yo soy heterosexual. Y por cierto, soy una mujer, quien quiera dudarlo que lo dude pero ¿para qué voy a mentir si mi blog es anónimo? Quiero decir, podría mentir totalmente porque es anónimo, pero tampoco tendría sentido, puesto que diciendo que soy mujer hay millones de personas que podrían estar escribiendo esto, no es ningún dato especialmente revelador. Quien lo quiera dudar, que lo dude. Pero, a lo que iba diciendo, soy mujer y soy heterosexual, y nunca he tenido la más mínima duda de serlo.
Algunas veces me planteo qué haría si se me presentara la ocasión de mantener algún tipo de relación sexual con una mujer, y siempre dudo de lo que haría, alegándome a mí misma que "si la mujer en cuestión me atraía, pues ¿por qué no iba a probarlo?", pero claro para que una mujer me atraiga quizás debería de ser bisexual. Contradictoriamente, una de mis fantasías más recurrentes a la hora de masturbarme es imaginar que me lo está haciendo otra mujer. No una famosa, ni una amiga o conocida, mujeres que en realidad no existen. Por lo visto es una de las fantasías más comunes según he oído alguna vez en reportajes, pero es curioso como una persona heterosexual puede tener esta fantasía muchas noches y gozar de ella casi -sólo casi- como si estuviera viviéndola.

Me encanta imaginarme a otra tía bajo mi vientre, con su lengua haciendo lo que sabe que a mí me gusta... Nunca me he imaginado a mí misma "devolviendo el favor", pero me encanta imaginar que me lo hacen. No obstante, como decía al principio, no soy homosexual, pero cada vez que me viene esta fantasía a la cabeza me planteo ¿y si soy bisexual? Ninguna mujer me ha atraído nunca más allá de esas fantasías, pero quizás si se me planteara la ocasión de probar repetiría. O no, no se puede saber hasta que se de dicha ocasión, supongo.

¿Qué pensáis vosotros? ¿El tener fantasías con gente de tu mismo sexo puede implicar homosexualidad o bisexualidad, o son sólo fantasías?

PD: Perdón por mi absentismo, es lo que tienen estas fechas. ¡Feliz año, aunque tardío, pero feliz año!