miércoles, 31 de marzo de 2010

Quince años tiene mi amor.

Por aquel entonces yo tenía quince años. Yo trabajaba en una discoteca "light", pues ya sabéis que soy toda una clubber y he trabajado en muchas discotecas, pero no empecé directamente en la noche, me viene de bien pronto... Por entonces yo trabajaba con mi mejor amiga (concepto que no me gusta usar, pero evidentemente sí que usaba con quince años), eramos las dos el mismo equipo de la discoteca y siempre estábamos juntas. Al cabo de unas sesiones trabajando allí, las dos "fichamos" a un chico que, probablemente, era el más guapo de todos los habituales del local. Se llamaba Joaquín, tenía 17 años y era moreno, con el pelo corto y la piel también muy morena. Tenía la mítica tableta de chocolate perfecta, pero no era un "ciclado" de gimnasio ni mucho menos. Conocíamos a casi todo el mundo en la discoteca, pero con él nunca habíamos llegado a hablar ni a coincidir en reuniones y demás.

Nosotras entramos a trabajar allí porque el deejay, le llamaré G, era uno de nuestros mejores amigos. Una noche nos ibamos a ir a una fiesta con G, pero antes tenía que pinchar en un pub hasta las 3, y como ibamos con él en el coche teníamos que acompañarle. Aquel pub era un antro, estaba prácticamente vacío y la poca gente que había dejaba bastante que desear. Nos metimos en la cabina del deejay, nos sentamos sobre unos altavoces en desuso que había y allí pasamos dos horas, desde las once hasta la una aproximadamente. A esa hora precisamente entró Joaquín con un grupo de amigos bastante grande, y por qué no decirlo, bastante guapos todos. Joaquín y Juan, un amigo suyo, entraron a la cabina a saludar a G, que por lo visto les conocía. Entonces Joaquín se me presentó y me puse a hablar con ellos dos. Sinceramente, no recuerdo donde estaba mi amiga en ese momento. Yo llevaba bastante escote y aquello estaba bastante oscuro, de modo que hablando y hablando, Joaquín sacó el móvil y empezó a enfocar la luz hacia mi escote dandole indiscretos codazos a Juan, hasta que yo le meti una torta. Sí, sé que no es un gran comienzo.

Le dí la bofetada pero me reía, tengo que reconocer que con 15 años era bastante más "sueltecita" que ahora. Empezamos a tontear y entonces apareció mi amiga. Salimos de la cabina con ellos y con el resto de amigos con los que habían venido y nos sentamos en uno de los bancos del pub. No eramos las únicas chicas del pub, que era bastante pequeño, pero como os decía no había demasiada gente (como mucho habría 30 o 40 personas más) y el ambiente era, por así decirlo, "muy choni". Si tenemos en cuenta que ellos de "chonis" no tenían nada, eramos las únicas mujeres del local a las que se acercarían, y como ellos eran bastantes y todos se acercaron como moscas a nosotras, nosotras no perdimos el tiempo. Rápidamente mi amiga estaba hablando con un tal Mario y yo con Joaquín, Juan y otro amigo de ellos. Joaquín y yo empezamos a tontear, al fin y al cabo yo ya me había fijado en él antes de eso y él se había fijado en mi escote hacía unos minutos. De pronto Joaquín me dijo al oído "¿te vienes con mi amigo y conmigo al baño?". Su otro amigo, el que no era Juan, no era ni guapo ni feo, sencillamente no me despertaba ningún interés. Siendo bastante clara, le dije: "contigo sí, pero con tu amigo no". Él insistió en que viniera también su otro amigo, y finalmente le dije: "¿pero qué pretendes hacer en el baño que no puedes prescindir de tu amigo?". A lo que él, también claramente, contestó: "¿me la chupas?". Sí, así de explícito. Parece mentira que por aquel entonces yo no me sorprendiera de nada, cuando si me dijeran eso hoy, me levantaría indignada y le diría que no soy una golfa. Claro, que por aquel entonces era algo bastante parecido a una golfa. Continuando con la historia, le volví a contestar: "a ti sí, pero a tu amigo no." Él se rió y por fin se decidió a prescindir de su amigo.

Salimos fuera en vez de al baño. El pub estaba en una calle no muy concurrida, de modo que nos sentamos en el escalón de un portal y nos empezamos a liar. Él no tardó mucho en meter la mano por debajo de mi camiseta. Yo hice lo propio, por debajo de sus pantalones. No obstante, no le parecía bastante: ya lo había dejado claro dentro del pub. "¿Me la chupas, nena?", preguntó. Él estaba tremendo (bueno, así lo veía yo con 15 años), y yo quería follarmelo. Me encantaría saber qué clase de ocurrencia borde diría si algún tío me soltara "melachupasnena" hoy en día, no podéis imaginar lo irónica que puedo llegar a ser en la vida real... ¡se me ocurren unas cosas derrepente que me auto-fascino! A lo que iba... ni si quiera contesté. Bajé la cabeza y empecé a chuparsela. Por primera vez (y no han habido muchas más porque lo odio), se me corrieron en la boca. Tardó un buen rato en correrse, pero es que yo me estaba empleando a fondo con aquella mamada. Craso error, porque me quedé sin polvo. Puesto que estabamos en la calle, no tuve otro remedio de tragarmelo. Entonces continuamos liándonos y ¡por fin!, él metió su mano bajo mi vestido negro, (¡ah, qué nostalgia de post, aquel vestido me encantaba... era el que solía ponerme cuando quería comerme el mundo y lo que no es el mundo!).

Empezó a masturbarme mientras nos liábamos. En aquel preciso momento, cuando me estaba haciendo dedos, ¡PUM! Salieron todos sus amigos del local. Sé que no es el final que esperabais y que la historia iba muy bien en cuanto a "cachondismo", pero es la pura realidad. Como os decía, ellos iban bastantes. Salieron y los dos primeros que salieron nos pillaron de pleno, de modo que, debido a su corta edad (y madurez), en seguida empezaron a decir "el Joaquín le está haciendo de todo a la ..." (¡ajá! ¡te pillé! ¡ya os he dicho que no os pienso decir mi nombre!). En cuestión de segundos lo sabian todos, lo cuál me daba igual porque aunque la mayoría trabajara en la misma discoteca que yo, no eran mis amigos. La vergüenza vino cuando lo supo G, puesto que era un amigo que supongo que no esperaba que fuera tan suelta con quince años (él tenía 19) y claro, estuvo con bromitas toda la noche. Mi amiga no me importaba que lo supiera, al fin y al cabo ella estaba con otro chico y yo se lo hubiese contado igualmente. La semana siguiente en la discoteca, supongo que todo el mundo lo sabía ya. Evidentemente la gente es muy falsa, y no vienen y te preguntan si es cierto, o te dicen que lo saben. Pero algunas compañeras con las que tenía más confianza (y que estaban igual de "sueltecitas" que yo en esa época), sí que me dijeron "¡tía, te has follado al Joaquín, qué cabrona!" (sí, así lo decían, ¿es que no he dicho ya mil veces que teníamos 15 años?). Desperté muchas envidias, y ya os contaré mis demás encuentros y encontronazos con Joaquín, porque este chico en mi vida sexual, tiene más de una anécdota interesante.

En fin, benditas sean las épocas en que no tenía cabeza: todo era fiesta, fiesta y más fiesta. Esas fiestas que se pegan las niñas rebeldes en las películas, con el sexo que no muestran en las pantallas. Sin embargo, la vida me ha enseñado muchas cosas, e incluso a pesar de haber sido la más atrevida, la más arriesgada, la más vividora, la más fiestera y la más indiferente respecto a las opiniones ajenas, con el tiempo he aprendido que la vida no es sólo fiesta. Y claro, ahora sigo saliendo todos los fines de semana, pero ya no es lo que era. Eso solo se vive una vez en la vida, y si tienes la suerte de vivirlo. Supongo que a todo el mundo le parecen una locura las cosas que hacía en su adolescencia, pero yo, que aún estoy en la mía, puedo garantizar que hice todo lo que todo lo que está mal visto hacer y fue genial, pero supe pararme. Sino, sabes pararte al final te pasas y acabas mal, no puedes vivir siendo una niña rebelde toda tu vida... pero ¡qué bien me lo pasaba haciendo todas las locuras imaginables, y cuánto sexo tenía en aquellas épocas! (Cualquiera diría que tengo 19 años... en realidad, sí, sigo haciendo locuras, pero ya no son una novedad, y comparadas con aquellas, questo non è molto!)

domingo, 28 de marzo de 2010

Pasen y vean...

Sé que muchos hombres piensan que lo que voy a decir es una mentira universal, y sinceramente, yo no sé el resto de mujeres, pero en mi caso os juro que es cierto: nunca he visto una película porno. Bueno, lo típico de pasada haciendo zapping a ciertas horas, pero nunca he visto realmente un vídeo o película porno. Una vez le dije a mi ex-novio que me pusiera uno por curiosidad, y a los 10 minutos le hice pararlo porque me daba asco (aunque también tengo que decir que eran una chiquilla de mi edad más o menos y un señor que más que mayor, podría decirse abiertamente que era un viejo). No obstante, para gustos colores, yo lo respeto todo.
En fin, de eso no es de lo que iba a hablar hoy. Hoy os iba a contar que aunque no veo porno, sí que leo blogs de sexo, algo bastante evidente considerando que este es mi blog de sexo. Ya sabéis que soy heterosexual, pero en un blog de sexo descubrí unas fotos de una actriz porno llamada Aletta Ocean. Que seguramente es muy conocida, o no, ni idea, pero me pareció tremendamente sexy. Desde entonces, la incluyo en mis fantasías.
Así que para el deleite de todos los que gusten, aquí os he dejado unas fotos suyas. Como es actriz porno, tiene una página web con infinidad de vídeos porno (www.alettaocean.com), así que aunque a mí no me guste el porno, para el que le guste ahí la tiene. Aunque son de pago, ¡no os ilusionéis! (Ay, cuánto me ahorro no gustándome el porno...)
Y como mujer, además, debo añadir que ¡joder, ya me gustaría a mi tener un cuerpazo como ese acompañado de esos ojazos! Y sí, me refiero a los ojos de verdad, a los azules.

jueves, 25 de marzo de 2010

Sexo, fiesta y drogas.

Mentiría si dijera que no he tenido algún que otro coqueteo con las drogas. No me drogo, nunca me he drogado como costumbre para salir cada fin de semana, ni falta que me hace. Ni si quiera el beber me hace falta para salir cada fin de semana. Pero sí, he tenido mis coqueteos con las drogas.

Hablaré de una historia de esas mías a las que os tengo acostumbrados. Una noche una amiga y yo nos fuimos de fiesta a una conocida discoteca de aquí (tiene gracia, nunca sabréis donde es "aquí"). Había un fiestón, de esos que no te quieres perder, y necesitabamos un coche en el que ir. Mi amiga me dijo que unos conocidos nuestros iban, y aunque a penas habíamos hablado con ellos antes de aquello, nos fuimos con ellos. La noche empezó con alcohol, en grandes dosis. La discoteca parecía tener niebla entre tanto humo, pero no hacía falta ver a la gente para bailar de forma incansable. A las 7 de la mañana cerraron, pero la fiesta continuaba en el parking.
Nuestros "amigos" (vamos, conocidos), se habían estado haciendo rayas toda la noche. A mí no me importa, el conductor no se hacía y al fin y al cabo es su vida, no eran mis amigos siquiera. Pero las grandes cantidades de alcohol despertaron mi curiosidad por hacerme yo alguna, que nunca me había hecho (y para ser exactos, no me he vuelto a hacer, ni tampoco me causó tanta diversión como para querer repetirlo). Allí, recién salida de la discoteca y con un pedo monumental, me hice unas cuantas rayas. La fiesta continuó en el parking hasta las 11 de la mañana, y eso para nosotros, que aún quedaba bastante gente por allí a esas horas. A la vuelta uno de ellos me empezó a decir que era muy guapa. Que le gustaba mucho. Que por qué no le daba un beso. Por supuesto, todo aquello con la efusividad propia de haberse hecho bastantes más rayas que yo. Y con la efusividad de las rayas que me había hecho yo, le di un beso.

Ni si quiera me hubiese fijado en él de no ser por el alcohol y la cocaína. Pero bueno, le di el beso. Y de un beso a otro beso, sin ser ni si quiera consciente de los besos, los daba porque la negación no era una opción para mí, iba demasiado ciega. Llegamos a mi casa, que no había nadie. Subimos él, mi amiga y yo. Ella se fue a dormir, él y yo nos quedamos en el salón. Por si no había suficiente, unos cuantos porros, y con tanta mezcla, las risas no cesaban. Riéndonos todo el rato, nos liábamos, cachondísimos. (Aunque no me guste apoyar las drogas, tengo que decir que no debe ser muy cierto eso de que la cocaína disminuye la líbido, aunque no digo que la aumente, que no sé tanto de drogas gracias a Dios). Partiéndome de risa, le desabroché los pantalones. Le comí la polla como si se fuese a acabar el mundo. Y después, él me quitó el vestido y me metió la mano, los dos partiéndonos de risa. No puedo negar que fue un polvo entre cómico y divertido. Me senté encima de él, con una pierna a cada lado del sillón a follar. Él aguantaba y aguantaba, me corrí dos veces. Me cansé y nos tumbamos en el sofá. Se puso encima y seguimos follando a un ritmo incansable. ¡Por fin! Tuve un orgasmo. Increíble en mí, los he tenido contaditos... es más, tardé tanto en tener el primero que llegué a pensar que era anorgásmica. Seguimos, yo casi sin ganas ya después del orgasmo, y por fin acabó.
Cuando acabamos de follar, aún nos estábamos riendo. Las drogas no son buenas. Pero aquel polvo, fue una enorme excepción. Desde entonces, siempre que nos vemos actuamos raro. Antes eramos conocidos, así que no he perdido nada tampoco. Sólo lo sabemos él y yo, los demás se quedaron en la parte de los besos tontos en el coche. Y con aquello me quedo yo de la cocaína, porque sinceramente: no es para tanto.

miércoles, 24 de marzo de 2010

Mentes creativas.

Mentes creativas son las que han creado el siguiente anuncio en favor del uso del preservativo, y no las que tiene el Ministerio de Sanidad español, que se lució (en el sentido negativo) con el anuncio del "rap" para el uso del condón...
Perdonarme por no haber actualizado en casi todo el mes, aquí os dejo con el anuncio:

lunes, 8 de marzo de 2010

¿Dónde te pondría más tener sexo?

De 50 personas que han votado, a un 18% (9 votos) les pone o les gustaría tener sexo bajo el agua, ya sea en la piscina o en el mar.
Muy de cerca, un 14% se arriesgaría a tenerlo en el trabajo, la universidad, el colegio... El morbo de lo prohibido.
Un intelectual 12% no podría abandonar la biblioteca ni para tener sexo, ya sea por eso de no poder hacer ruido, o por el riesgo de ser pillados. O simplemente porque hay mucho que estudiar, quién sabe.
Un 10% apostaría por tener relaciones en los baños de un local, todo un clásico que yo ya he probado, así que no sé a qué esperáis. En el mismo puesto, con un 10%, muchos querríais cabrear a la vecina refinada o sorprender al vecino mirón manteniendo sexo en las escaleras de un edificio. Precisamente esto también lo he probado, y personalmente no me pareció muy cómodo.
Esto es algo que me gustaría probar: tener sexo en unos probadores. A ser posible de Bershka, que la música electrónica ayuda a seguir un ritmo, os lo digo por experiencia aunque no sea en probadores. Un 8% quiere hacerlo o ya ha comprobado que le gusta aprovechar las tardes de compras.
De nuevo un empate: un 6% de vosotros querríais cumplir una de las fantasías más recurrentes, la de hacerlo en los baños de un avión. Esto es algo que nunca me ha producido ningún morbo, pues quizás es porque yo solo he viajado en clase turista, pero esos baños siempre me resultan repugnantes. Eso sí, para gustos, colores. Otro 6% prefiere hacerlo en un cuarto de contadores, que realmente no es mucho más acogedor ni limpio que el baño de un avión, pero lo he probado y tanta oscuridad tiene su morbo.
A un total de un 8% le pondría hacerlo en medios de transporte. Un 4% de estos lo haría o lo suele hacer en el coche, quién sabe si con el clásico tándem "Ford Fiesta y descampao" o en la limousine de Rafa Méndez en "After Hours". Al otro 4% le gustaría mantener relaciones sexuales en el metro (que alguien lo cuente si lo ha hecho ya, ¡por Dios!), algo que comparto con ellos aunque todavía no he tenido ocasión de probarlo. Supongo que tampoco es cuestión de hacerlo en hora punta, aunque quizás los últimos metros de la noche...
Dentro del empate anterior estarían aquellos sacrílegos (no os ofendáis, que a mí también me gustaría), que con un 4% querrían hacerlo en un confesionario.
Sólo un 2% querría hacerlo en la cocina por encima de cualquier otro sitio. Es curioso, pero con todo lo que he probado y precisamente eso no... Y otro 2% prefiere innovar y el sitio donde más le pondría, no aparecía en la lista.
Nadie ha votado por "sitios más tradicionales" (lógico... sino no sé que harían en este blog), ni tampoco por hacerlo en un parque.
¿Sabéis que os digo? Que desde que vi un capítulo de "Mujeres de Manhattan" en que una de ellas follaba encima de una lavadora en marcha, he querido hacer eso, así que a ver si lo cumplo y os lo cuento.
¡Gracias por participar!

martes, 2 de marzo de 2010

Promiscua ella, promiscuo él.

Un chico sale de fiesta y se folla a 5 tías en una noche. "Qué envidia, qué machote, qué crack, qué amo, qué mujeriego, qué latin lover. Pongamos su foto en un marco de oro."
Una chica sale de fiesta se folla a 2 tíos en la misma noche. "Menuda guarra, se los ha tirado conociéndoles solo de una noche. Debería hacerse respetar. Esa es una putilla, una pelandrusca, esa busca lo que busca."
Intentad hacer examen de conciencia y no seáis hipócritas. Preguntaros, con total sinceridad, qué pensaríais si te cuentan estos dos casos por separado de dos conocidos. Seguramente, lo que yo he puesto entre comillas, aunque sea lamentable. No os preocupéis, la culpa no es totalmente vuestra, sino de una sociedad que aún no ha superado las diferencias entre sexos en muchos aspectos (por mucho que haya miembros y miembras), y que viene arrastrando las creencias arraigadas en ella desde hace siglos.
Pocas culturas aceptan con la misma libertad la promiscuidad de las mujeres que la promiscuidad de los hombres. Sin duda, no es necesario que señale que esto no debería ser así. En mi opinión, "o todos moros, o todos cristianos".

¿Qué se puede hacer para cambiar esto? Pues aparentemente poca cosa, porque muchas y muchos son los que reivindican esta aceptación cuando lo reflexionan, pero después vienen y les cuentan que Pepita se ha hecho a tres en una noche y dicen "es que esa es una golfa".
Lo que deberíamos hacer, aunque haciendo examen de conciencia os hayáis dado cuenta de que alguna vez habéis hecho ese tipo de comentarios, es comenzar a pensar antes de hablar, y cuando vengan y os cuenten este tipo de chismorreos decir que si una chica ha hecho eso, enhorabuena, es su vida. Y si lo ha hecho un chico, más de lo mismo. Tenemos que comenzar a practicar la igualdad sexual individualmente, a ver si uno más uno son muchos.