viernes, 15 de enero de 2010

El día en que me desvirgaron.

Hoy os voy a contar como perdí mi virginidad. La verdad es que temo que, a pesar de que los nombre están cambiados (siempre los cambio), alguien lea esto y sepa quien soy, porque la historia aunque parezca hasta ficticia, no es ficticia. Es total y absolutamente real, y por eso temo que alguien sepa quien escribe esto, porque es bastante particular.
Perdí la virginidad con 14 años. Con esa edad yo no tenía la mentalidad de cualquier niña, aquel año fue "mi año de rebeldía", y hacia lo que me venía en gana. Me lo pasé genial, aunque me arrepienta de algunas cosas, y una de las cosas que descubrí entonces fue el sexo casi en su totalidad.
Mi mejor amiga celebró su fiesta de cumpleaños en su casa. Su madre le había dejado la casa hasta las 4 y media, y después ella se iría a dormir a casa de su padre. Esta chica, que hoy día ya no es mi amiga por otros motivos, ya por entonces no contaba con demasiados amigos, así que a su cumpleaños acudimos ella, yo y otra amiga de ella, y claro, como eso no es un cumpleaños, invitó a unos conocidos. Recuerdo perfectamente que esa noche llegué tarde porque quedé por la tarde con el gran amor de mi vida, que ya os contaré otro día, y tras una discusión tuve que ir andando a su casa (que no estaba cerca), porque no quise ir en moto con él a ninguna parte. Llegué llorando, porque así me había pasado todo el camino, pero como no quería aguarle la fiesta en seguida me puse a tono con unos cuantos cubatas y unos cuantos porros. La fiesta fue bastante normalita, nada raro dentro de lo que es una fiesta de adolescentes. Mi amiga se metió en la habitación con uno de los chicos, aunque no llegaron a tener relaciones, y a las 4 y media me dijo: "bueno, vamonos a casa de mi padre". Y yo le dije "¿pero vas a dejar en tu casa a estos chicos, que a penas son unos conocidos?". Obviamente la idea era totalmente descabellada, unos chicos de entre 14 y 17 años, que a penas eran amigos suyos, en su casa y sin nadie más. A mí no me apetecía quedarme a "cuidarlos", pero como no iba a dejar que mi amiga llegara al día siguiente y se encontrara la casa hecha unos zorros, le dije que yo me quedaba.

En cuanto ella y la otra chica cruzaron la puerta, ellos empezaron a hacer el imbécil. Al principio les dije que parasen, pero ya me cansé de decirlo. Como ví que no paraban, les pegué un buen grito y les dije "yo ya no os aguanto más, hacer lo que os de la gana". Y me metí en la habitación que tenía la cama de matrimonio.
Al cabo de un rato, oí como uno de los chicos, Jose, les decía "eh vamos a parar de hacer el gilipollas, que la pobre chica se ha quedado aquí sin su amiga por hacerle el favor". Cuando consiguió que todos sus amigos le hicieran caso, llamó a la puerta de la habitación: "¿puedo dormir contigo, es que no quedan más camas ni sofás en la casa?". Y yo, obviamente le dije que sí. En seguida me dijo que si nos hacíamos un porro, nos lo hicimos, empezamos a hablar y apagamos la luz. Poco tardamos en empezar a liarnos, pero entonces entró otro de ellos, Roberto, (sin luz, no veía qué hacíamos) y dijo "me quedo aquí con vosotros, ¿vale?" Y se puso a mi otro lado. Entonces Roberto empezó también a besarme, sin saber que ya lo había estado haciendo con el otro. Estabamos totalmente a oscuros, y ninguno de los dos sabía nada. Al rato, volí a hacer lo propio con Carlos y éste empezó a tocarme. Entonces le dijo a Roberto:
- Oye, ¿por qué no te vas a otra habitación?
- Mejor vete tú, creéme. - le contestó Roberto.
- No, vete tú, porque estabamos liándonos antes de que entraras.
- ¡No te inventes! Me estaba liando yo con ella hace 5 minutos. ¿A que sí? - preguntó dirigiendose a mí.
- Bueno... en realidad me estaba liando con los dos. - contesté yo.
A ellos les dió muchísimo morbo y enseguida empezaron a tocarme. Yo hice lo mismo con uno de ellos, a ratos con uno y a ratos con otro. Cuando todos estábamos sin pantalones, entró otro sin avisar, que con la luz que procedía del pasillo, vió perfectamente el panorama. Éste en seguida cerró la puerta, y se oyó como le decía a los otros dos chicos:
- ¡Tíos! ¡Se están montando un trío!
Mientras tanto nosotros nos pusimos los pantalones, prediciendo que volverían a entrar, y así fue. El mismo que había abierto la puerta, Santos, entró y se puso a hacer comentarios tipo: "madre mía la niña, ¿no?". A todo esto, cabe recordar que yo tenía 14 años y el mayor de ellos 17. Entonces preguntó con una risa bastante pícara "¿y yo también me puedo quedar aquí?". Y mientras los otros le decían que no, yo tardé un rato en decir tímidamente "que se quede, que se quede".
Fue cuestión de minutos que de pronto estuviera cachondísima, con tres hombres dedicándose exclusivamente a mi placer. Sí, yo también les daba lo suyo, pero estoy segura de que yo aún disfruté muchísimo más. Tres lenguas y seis manos para una, son mucho más que una boca y dos manos para tres... Lo cierto es que de puro placer, había alcanzado un punto en que ya ni si quiera era consciente de lo que estaba haciendo. Tan sólo disfrutaba de cada milímetro de mi cuerpo y de los suyos. Tan es así, que otro de ellos, Edgar, abrió la puerta y ninguno de nosotros se quejó en absoluto. Se unió a nosotros, y como yo no daba más de sí, mientras estaba con uno y otro, los restantes se masturbaban. Santos me hizo el mejor cunnilingus que me han hecho hasta el día de hoy en toda mi vida. Increíble, cuando pienso todo el placer que concentré en mi cuerpo esa noche, a veces pienso que fue un sueño. Pero no, no lo fue. Fue mucho mejor que eso porque el placer era totalmente real.
Evidentemente, podéis imaginaros la cara que se les quedó cuando, en medio de esa especie de orgía o quinteto, como queráis llamarlo, uno de ellos me dijo que quería follar y yo le solté "soy virgen". Se empezaron a reír porque realmente pensaban que lo decía en broma. Es lógico, nadie creería que una mujer que está manteniendo sexo con 4 tíos sea virgen. Entonces yo les insistí, que iba en serio, y aunque no se lo acabaron de creer, uno de ellos me preguntó: "¿y qué, quieres perder hoy la virginidad?". Y yo, que no podía estar más caliente, les dije "sí". En seguida se preguntaron quién llevaba condones y nadie llevaba. Uno de ellos salió a buscar al que estaba durmiendo por si él tenía. Y qué casualidad, que justo el que estaba durmiendo, tenía uno en la cartera. Al haber sólo uno, surgió la duda: "¿a cuál de los 4 te quieres follar?". Y yo, que me debatía entre Santos y Jose, les dije "a Jose", porque era el mayor de ellos y pensé que tendría más experiencia (hoy en día me río de pensar que aquello era experiencia).
Todos abandonaron la habitación y nos quedamos solos Jose y yo. La verdad es que no tenía ningún miedo: en primer lugar, porque perdí el himen de pequeña montando a caballo, y en segundo lugar, porque después del tiempo que había pasado con tantos hombres para mí sola, no podia más que pensar en querer más y más. Me dejé guiar por él, que me dijo "ponte arriba" y la verdad es que no hizo falta mucha más instrucción. Hoy en día, cuando pienso en aquel polvo, pienso que estuve fatal, pero a pesar de eso, Jose me repetía una y otra vez que no se creía que fuese virgen. Lo que es más, incluso después de desvirgarme, se convenció de que definitivamente yo no era virgen antes de eso, aunque realmente lo era.
Por último, resaltar lo que me ponía cachondísima cuando estábamos los cuatro en la habitación: entre ellos comentaban "joder, qué guarra es, cómo no te hemos conocido antes, es una máquina, eres la mejor tía del mundo, si llegamos a saber que eras así te habríamos cogido nada más entrar por la puerta". Y por eso de llamarme guarra, en otro contexto les habría dado un guantazo, pero en aquel momento, fue algo que me ponía aún más.
Y bien, esta es la historia de como perdí mi virginidad. Desde luego, no es la típica con tu novio de tres años ni en un Ford Fiesta, lo sé. De los chicos no he vuelto a saber mucho de ellos, a veces me los encuentro en algunos locales. Lo cierto es que me he montado más tríos y sólo en una ocasión más, un "cuarteto", pero me encantaría repetir algo así, aunque es difícil que se presente una ocasión así sin buscarla. Yo, por lo menos, no desaproveché la que tuve, y aunque a veces pienso que me hubiese gustado perder la virginidad con otras personas más especiales que ha habido en mi vida, no me arrepiento de haberlo hecho así, porque sin duda es una historia como para acordarte el resto de tu vida.

lunes, 11 de enero de 2010

El invitado.

Un verano. Una playa. Un grupo de amigos.
Llega un invitado de uno de ellos.
Te mira. Habláis. Os réis. Sí, es simpático.
Pone una excusa absurda para quedarse a solas.
Le acompañas a ponerle gasolina a la moto.
(A la gasolinera más lejana de la playa, por algún motivo extraño).
Te deja en casa.
Los demás sospechan que hay química,
y que puede estallar en cualquier momento.
El plan de esa noche es el mismo de siempre,
tomar algún cocktail y dar una vuelta por el paseo de la playa.
Tu intuición te dice que hoy no será sólo eso.
Vas a cenar fuera, así que coges el cepillo de dientes.
Te maquillas de forma diferente al resto de días.
Te pones esa ropa que sabes que nunca falla.
Volvéis a estar tomando un cocktail todos los amigos,
como siempre.
Volvéis a dar unas cuantas vueltas por la playa,
como siempre.
Os cansáis de dar vueltas por el mismo paseo de siempre.
Os sentáis en la arena, para no hacer nada.
Entonces una amiga y un amigo desaparecen juntos.
Quedas tú, con el invitado y otro amigo.
Y el invitado no tiene compasión por su amigo,
así que desaparecéis juntos.
La arena es la única que sabe todo lo que hicimos sobre ella,
sobre la arena mojada, la que hay bajo el mar,
se repite al día siguiente por la mañana.
Con familias bañándose y haciendo castillos de arena,
y tú dentro del agua...
"con el invitado".

viernes, 8 de enero de 2010

Cuando se echan de menos esas miradas que lo dicen todo.

Sólo he tenido una relación larga y duradera una vez en la vida y acabó porque él se cansó de mí. Como se suele decir, fue bonito mientras duró. Pero para mí no fue bonito, para mí fue precioso. Me costó un tiempo superarlo, pero hoy por hoy está superadísimo. Lo que es a la persona ya no la quiero y con el tiempo me he dado cuenta de que yo cometí algunos errores, pero él me hizo muchísimo daño, así que no podría enamorarme de nuevo de alguien que me hizo tanto daño en su día. Lo que sí que me pasa es que aunque sea una clubber y me guste el sexo, eso no quiere decir que yo no eche de menos de vez en cuando el querer tener una relación. Además, una relación no me impide ir de fiesta ni tampoco el sexo, es más, el sexo aumenta. Y últimamente echo mucho de menos tener un novio, y me están saliendo a flote muchos temores. Seguramente son paranoias, pero me dan que pensar.

No echo de menos a mi ex-novio, pero echo de menos el tener con alguien esa complicidad que se tiene cuando tienes una pareja estable. Puedes tener muchos y muy buenos amigos, pero hay días en que te apetece salir de tu casa porque sí, y te entran ganas de llamar a "esa persona" sólo para no hacer nada. Para dar un paseo, para estar sentado en un portal viendole fumar porros, para ver una película que ni si quiera te interesa, o cualquier cosa que pueda traducirse a no hacer nada, pero en resumen para ver a alguien que te haga relajarte unos instantes. Y lo que digo que puede ser que sean paranoias es el hecho de que yo soy una persona muy compleja y me asusta que la dulce y buena soltería acabe convirtiéndose en soledad. Aparentemente, soy una "viva la vida", y no es del todo incierto, porque mi lema es el "carpe diem" y no pienso desaprovechar ni un solo minuto lamentándome por nada que no merezca la pena, aunque como todos lo haga alguna vez inevitablemente, pero más allá de esa apariencia de viva la vida está un yo interior muy complejo. Soy profunda, tengo las ideas muy claras y pienso que tengo mucho que ofrecer. Me gusta "filosofar" pero no con los demás, sino para mí misma. No obstante, mis temores son que nadie pueda llegar a conocerme tanto como en su día lo hizo mi ex-novio, pues si nadie conoce lo que hay dentro de mí, (y no puedo exteriorizarlo sin más porque, como decía, es algo complejo), seguramente solo verán una chica con ganas de disfrutar de las cosas vanales. Y quiero disfrutar de esas, pero también de todas las demás. Yo soy la primera que muchas veces busco solo un polvo, o un rollo, o un amigo; pero me da miedo que nadie pueda ver en mí algo más que un polvo o una buena amiga. Últimamente esta idea me atormenta, la idea de pensar que por ahora estoy muy bien soltera, pero que a veces echo de menos tener a alguien y supongo que esta sensación se agravará con el tiempo, y no se puede decidir cuando vendrá alguien que verá lo que hay en tí y lo valorará, aceptando lo malo y disfrutando todo lo bueno. Y aunque tengo solo 18 años, me asusta que durante muchos años, es posible que nadie vea todo eso que tengo que ofrecer.

Algo más que sexo es el título de este blog, y es que, con vosotros comparto todo lo que no confieso a nadie más. En su mayoría es sexo, pero no es solo eso... y esto es algo que no he compartido con nadie fuera de mi anonimato.

PD: Me gusta la soltería, no necesito a alguien para sobrevivir, pero también me gusta cuando se tiene a alguien. No creo en las relaciones en que se empieza enseguida sin conocer a la otra persona, yo hablo de relaciones serias, porque si una relación no se basa en la complicidad y la confianza, para mí no merece la pena. Un novio tiene que ser un amigo y un amante, alguien que te preocupe y a quien le preocupes. O al menos yo lo veo así, como aclaración para comprender mejor lo que digo.

jueves, 7 de enero de 2010

Una verbena, un polvo, un condón. Uno de cada.

Yo soy una chica de ciudad, pero como ya os comenté, también soy una amante de la fiesta. Lo cierto es que soy más de clubs, pero donde haya una ocasión de pasarlo bien, ahí estoy yo.
Este verano una amiga me pidió que le acompañara a las fiestas del pueblo de su novio. A penas llevaba unas semanas saliendo con ese chico y no conocía a los amigos de él, así que le daba vergüenza ir ella sola. Como era un pueblo relativamente grande, y era una verbena a lo grande con música no-pachanguera (no soporto las verbenas ni ningún tipo de fiesta cuya música sean canciones del tipo "La Barbacoa" y "Aserejé"), accedí sin problemas a acompañarle. Cuando llegamos al pueblo bajamos en una calle y caminamos hasta una tienda donde habíamos quedado con el novio de ella. Él apareció con tres chicos más y nos presentaron. No sabía dónde nos dirigíamos, y mientras ella estaba de arrumacos con su novio, los otros tres chicos hablaban de sus cosas, así que yo no sabía hacia donde mirar. Finalmente, descubrí que nos dirigiamos a un bajo donde beber antes de ir a la verbena.
Lo cierto es que, ya que nadie tenía que conducir, ninguno bebió de menos precisamente, y eso que yo no soy especialmente amiga del alcohol (no lo necesito para pasarlo bien, aunque no rechazo un cubata si estoy de fiesta). Una vez habíamos terminado de beber empezamos el camino hacia la verbena, con un grupo grande de gente del cuál a penas conocíamos a nadie, salvo a los que nos habían presentado hacía algo más de una hora. Esta vez mi amiga y yo emprendimos el camino hablando entre nosotras. Teníamos que pasar por la feria para llegar hasta la verbena, y con eso de que el pueblo estaba en fiestas, pues todos se empezaron a encontrar con conocidos. En ese momento, uno de los chicos, Rafa, acabó su botella y me dijo que la chupara. Yo nunca había oído eso, así que le pregunté por qué, y me dijo que, (según él), una mujer debe chupar la botella cuando se acaba. Yo, entre risas, pues así lo hice.
Una vez en la verbena, ya a todos se nos empezaba a notar esa desinhibición propia del alcohol, y yo me encontraba en la fase en que todo me parecía gracioso. La música no estaba mal, así que mi amiga y yo nos pusimos a bailar las dos sin complejo alguno, y ya os comenté que mi forma de bailar, si fuese definida en un documental de "La 2", sería como "la llamada de la hembra al macho" o algo similar, porque ese es el efecto que produce. Pero claro, llegó un momento en que mi amiga y su novio se pusieron tontos y yo, nuevamente, no sabía hacia donde mirar, así que me quedé quieta unos instantes. Entonces Rafa, que a decir verdad, es un chico muy atractivo (no suelo juzgar por el físico ni lo digo para alardear, pero es que lo es realmente), se acercó y se puso a bailar conmigo. No estoy acostumbrada a bailar como forma de coqueteo, pero él no dudó en, sin a penas haber mediado palabra en toda la noche, cogerme de la cintura y dejar escasos milímetros de separación entre nosotros. Y rápidamente, estabamos liándonos.

Me sorprendió muchísimo lo explícito que fue, pues yo suelo andarme con sutilezas aunque se me entienda perfectamente, pero él nada más besarme, se separó y me susurró "me estás poniendo malo, a tí te voy a enseñar yo". Y yo, que ya os digo que soy bastante sutil, le pregunté "¿ah sí? ¿a qué me vas a enseñar?"... y madre mía, qué sorpresa cuando sin ningún tipo de sutileza él me dijo "a follar". En aquel momento, no pude evitar reírme ante una frase tan clara. Seguimos bailando, liándonos a ratos, y mi amiga vino y me dijo "¿te quedas con Rafa? Es que me voy con Ángel por ahí". Y yo, practicando el hoy por tí y mañana por mí, le dije que se fuera sin problemas. Nada más irse ellos dos, Rafa me insistió para que hicieramos el amor, pero yo no podía más que hacerme la mojigata porque ni teníamos un coche, ni una casa a donde ir. Pero una no es de piedra, y al final accedí a perderme con él, que de nuevo me sorprendió con su claridad al girarse a su amigo y decirle en voz alta "oye, Sergio, ¿llevas condones?". Su amigo se lo dio, y con las atentas miradas de sus amigos mirándome, me cogió de la mano y me dejé guiar por él. Entonces llegamos a una esplanada enorme donde había unos cuantos árboles y arbustos bordeándola, y nos sentamos en una zona donde había restos de un derribo o algo similar, y a su vez nos cubrían los arbustos.
No tenía ni idea de lo que me esperaba a partir de ese momento. Milésimas de segundo es el tiempo que tardamos en tumbarnos y que él empezara a meterme la mano por debajo de los pantalones. Entre los efectos del alcohol, su apariencia física y lo mucho que me pone, no podía estar disfrutando más con sus manos, así que como buena samaritana que soy, le devolví el favor con la boca. En ese momento es cuando me di cuenta de que, por si no tenía suficiente con su apariencia y demás, el chico estaba muy bien dotado (de la importancia del tamaño, hablaremos otro día). Así estuvimos durante muchísimo rato, con estos preliminares extasiantes que duraron más de lo habitual. Cuando nuestra ropa ya estaba amontonada en un rinconcito de aquel rincón de la esplanada, él se puso el condón y se puso encima. ¿Cómo definir aquello? ¿Brutal? ¿Genial? No creo que hayan inventado una sola palabra que resuma aquello: un-polvo-bestial, pero elevado a la enésima potencia. Él se estaba destrozando las rodillas con las piedrecitas del suelo, y yo la rabadilla. Ambos acabamos llenos de arañazos por culpa de las pequeñas piedras, y en realidad notaba el dolor, pero en aquel momento no importaba (tampoco penséis que era sadomasoquismo, que lo respeto pero no lo practico). Cada vez que la metía era un paso más hacia el éxtasis, no quería que acabase nunca, pero como todo lo bueno -y lo malo- se acabó, aunque hay que reconocer que después de muchísimo tiempo de placer indescriptible. Él siguió haciéndome sexo oral después de eso, y yo no podía estar más mojada y dilatada que aquella noche. Pero aunque después volvimos a retomar los preliminares, sólo había un preservativo, y habiendole conocido esa misma noche, no os olvidéis de que hay que tomar precauciones tanto por el embarazo como por el hecho de que, aunque él no tenga el SIDA aparentemente o él no lo sepa, puede tener esta u otra ETS, así que "no goma, no party". De todos modos, creédme que con lo que hubo, hubo más que suficiente.

Y esto es todo por hoy, he aquí una más de mis anécdotas. La anécdota del que hasta la fecha fue el polvo más placentero de mi vida. Ah! Se me olvidaba! Él me ha propuesto que volviéramos a quedar más veces, y casualmente nunca he podido, pero habrá una segunda vez en cuanto ambos podamos, así que espero poder contaros una segunda parte de esto con tanto gusto como os cuento la primera.

martes, 5 de enero de 2010

Mujeres en mi mente.

Soy heterosexual y nunca he dudado de mi sexualidad. No tengo nada en contra de los homosexuales, ya sean mujeres u hombres, pero sencillamente yo soy heterosexual. Y por cierto, soy una mujer, quien quiera dudarlo que lo dude pero ¿para qué voy a mentir si mi blog es anónimo? Quiero decir, podría mentir totalmente porque es anónimo, pero tampoco tendría sentido, puesto que diciendo que soy mujer hay millones de personas que podrían estar escribiendo esto, no es ningún dato especialmente revelador. Quien lo quiera dudar, que lo dude. Pero, a lo que iba diciendo, soy mujer y soy heterosexual, y nunca he tenido la más mínima duda de serlo.
Algunas veces me planteo qué haría si se me presentara la ocasión de mantener algún tipo de relación sexual con una mujer, y siempre dudo de lo que haría, alegándome a mí misma que "si la mujer en cuestión me atraía, pues ¿por qué no iba a probarlo?", pero claro para que una mujer me atraiga quizás debería de ser bisexual. Contradictoriamente, una de mis fantasías más recurrentes a la hora de masturbarme es imaginar que me lo está haciendo otra mujer. No una famosa, ni una amiga o conocida, mujeres que en realidad no existen. Por lo visto es una de las fantasías más comunes según he oído alguna vez en reportajes, pero es curioso como una persona heterosexual puede tener esta fantasía muchas noches y gozar de ella casi -sólo casi- como si estuviera viviéndola.

Me encanta imaginarme a otra tía bajo mi vientre, con su lengua haciendo lo que sabe que a mí me gusta... Nunca me he imaginado a mí misma "devolviendo el favor", pero me encanta imaginar que me lo hacen. No obstante, como decía al principio, no soy homosexual, pero cada vez que me viene esta fantasía a la cabeza me planteo ¿y si soy bisexual? Ninguna mujer me ha atraído nunca más allá de esas fantasías, pero quizás si se me planteara la ocasión de probar repetiría. O no, no se puede saber hasta que se de dicha ocasión, supongo.

¿Qué pensáis vosotros? ¿El tener fantasías con gente de tu mismo sexo puede implicar homosexualidad o bisexualidad, o son sólo fantasías?

PD: Perdón por mi absentismo, es lo que tienen estas fechas. ¡Feliz año, aunque tardío, pero feliz año!