viernes, 9 de abril de 2010

Saturday night.

Este sábado quería irme de fiesta, pero los planes se torcieron. La verdad es que no me apetecía quedarme en casa y me decidí a quedar con un chico al que había conocido en Tuenti. Yo tengo 18 años, como sabéis, y él tiene 24. Me agregó hace como dos meses y desde entonces sólo hablabamos por Messenger. Sí, creo que el comienzo de esta historia define muy bien el siglo XXI (o siglo 21.o Beta).
La mayoría de veces que hablabamos lo hacíamos pasada la medianoche, y ya se sabe que a esas horas, aburrido en tu casa despierto mientras la ciudad duerme, la mejor opción para mantener viva una conversación es subirla de tono. Mi estilo nunca ha sido ese, y lo curioso es que teníamos tema de conversación, pero una noche le envié una foto mía en la playa. Hizo un comentario sobre mis tetas, pero se disculpó inmediatamente con un "era coña, no te lo tomes a mal". A mí me entraron ganas de jugar con fuego y le envié una foto con un escotazo de muerte. No tengo fotos guarras, no es mi estilo. Pero sí que tengo fotos que no hace falta que sean "guarras" para saber qué efecto causan. Con la tontería, y a raíz de esto, cada vez que hablabamos acababamos con el sexo como tema de conversación. El pasado jueves acabamos hablando de lo que sí y lo que no nos gustaba en la cama del sexo opuesto. Entre risas, contamos cuál sería el polvo perfecto. Y sí, entre risas, pero ahí quedó.

Como os decía, el sábado acabé quedando con él. Estábamos hablando a eso de las 9 de la noche y me decidí a quedar con él para pasar la noche en su casa. Es una auténtica locura considerando que no lo conocía personalmente, pero bueno, teníamos algunos amigos en común. Cogí el autobús y vino a buscarme a la parada, ya que yo no sabía ir a su casa. Al principio estábamos casi callados. Llegamos a su casa y puso la película de "Bruno". Nada como unas risas para romper el hielo, debió pensar él. No hicimos ni caso de la película, porque efectivamente, rompió el hielo. A los 10 minutos de película estabamos de conversación como cualquier otra noche por Messenger, con la diferencia de que esta vez nos veíamos y nos escuchábamos. En un momento dado, decidimos quitar la película, ya que no estabamos haciéndole ningún caso. Entonces me dio un beso, y le correspondí.
Supongo que sería porque teníamos mucha confianza y a la vez eramos completos desconocidos, pero decidí no cortarme ni un pelo. Dos días antes habíamos estado diciendo qué nos gustaba y qué no, así que supongo que ese fue el gran motivo para desinhibirme. Cuando me cansé de los besos, comenzé a besarle lentamente por el cuello y dirgí su mano hacia mi sexo. Sus dedos empezaron a frotar mi clítoris intensamente, y quise corresponderle. Bajé desde su cuello hasta su polla, rozando con mi boca todo su torso, y me la metí en la boca. Siempre he sabido que lo que mejor hago en el terreno sexual son las felaciones. Hicimos de aquello una versión renovada del 69, él con sus manos y yo con mi boca. Al cabo de unos minutos, él estaba a punto de correrse, así que me dijo que parara para que no se corriera tan rápido. Continuamos liándonos, y él siguió masturbandome. No suelo gemir, jadear, gritar o similares durante el sexo, excepto en momentos inevitables, pero sé muy bien cuanto les pone a ellos. Y sabía muy bien cuánto le ponía a él, porque me lo había dicho. Empecé a gemir falsamente y de pronto mis gemidos se hicieron reales. Entre las cosas que nos habíamos contado, yo no le había dicho cómo masturbarme, pero él parecía ser un experto.
Una de las cosas que no me gusta cuando follo es ponerme a cuatro patas, es decir, hacerlo desde atrás. Sé que hay que sentirse segura de una misma, pero ¿qué queréis que os diga? No me gusta mi trasero. No sé por qué, de un momento a otro estaba a cuatro patas, y por primera vez, no me preocupaba en absoluto. Empezó a metermela, primero lentamente, y después a un ritmo no apto para cardíacos. Yo gemía, ya no fingía, y él jadeaba constantemente. Un vaivén de sensaciones se concentraban en una sola parte de mi anatomía. Cuando mi mente ya no alcanzaba a pensar, sino solamente a disfrutar, empecé a tocarme el clítoris a la vez que él me follaba. Es algo que nunca se me habría ocurrido hacer delante de otra persona.

En mitad de este cúmulo de sensaciones llegó mi gran sorpresa de la noche, me dijo: "me pones mucho, zorra". Nunca me ha gustado hablar durante el sexo, y nunca me habían dicho algo similar (excepto los típicos "como me pones" y demás). Siempre pensé que si me llamaran puta o algo similar me ofendería, y no fue así. Ese comentario se convirtió en un aliciente más de placer. Y no sé ni cómo, porque jamás me hubiese atrevido a hacerlo, le contesté "¿ah, sí? ¿soy una zorra? Dímelo otra vez". No hace falta que reproduzca el resto de la "conversación", si se puede llamar conversación, para que os hagáis una idea. Mientras tanto él seguía a un ritmo desenfrenado y yo sentí cómo un cosquilleo me envolvía de los pies a la cabeza. Era el mejor amigo de la mujer, mejor que los diamantes: el orgasmo. Cuando él estuvo a punto de correrse, la sacó. Se quitó el condón y condujo mi cabeza hasta su polla. Ni si quiera puedo decir que le hiciera otra felación, sencillamente en unos segundos se corrió en mi boca. Y por primera vez, no me resultó desagradable.
Me invitó a dormir allí, y accedí. Dormimos. Y a las 10 de la mañana, echamos otro "mañanero". No tan brutal, pero sí brutal. Seguramente merece un post a parte. Esta semana, hemos hablado por el Messenger con total normalidad, pero eso sí, ya no hemos hablado de sexo. Supongo que será porque la próxima vez que se nos ocurra hablar de sexo, lo mejor será que quedemos. ¡Y que vivan las redes sociales!

miércoles, 7 de abril de 2010

A qué edad perdisteis la virginidad.

Si alguien vislumbró el fin de este blog con mi anterior post pensando que me había echado novio, tranquilos, no es así. Sencillamente tengo muchas facetas, y quería ofreceros un poco de esa otra faceta.
Hoy toca presentaros los resultados de la encuesta que ha estado en el margen derecho de este blog durante 31 días exactos. Han participado 69 personas (justo algo que me encantan, los 69). Lo que más sorprende es conocer que el 18% de los lectores de este blog son vírgenes. Es curioso considerando que se trata de un blog de sexo. No obstante, aunque sea la respuesta más votada, si sumamos las restantes un 82% de los lectores de este blog no son vírgenes. De este 82%, un 38% perdió la virginidad cuando tenía entre 16 y 18 años. En este grupo, 9 personas perdieron la virginidad con 16 años, 10 personas con 17 años y otras 8 al cumplir la mayoría de edad.
La opción que menos personas han seleccionado ha sido la de los 15 años. Sólo un 5% de los participantes en la encuesta perdieron la virginidad con esta edad, y sin embargo un 8% de los participantes perdieron la virginidad con 14 años o menos aún. En mi caso, fueron 14, pues ya os conté el día en que me desvirgaron. O mejor dicho la noche.
Con la misma cifra, un 8%, están los que se lo tomaron con calma y perdieron la virginidad con 21 años o más tarde. Y por último, un 18% de los aquí encuestados perdieron la virginidad con 19 o 20 años, el 8% de ellos con 19, y el 10% restante con 20.
Ahora mi pregunta para abrir el debate y que contestéis cuantos más, mejor es: ¿qué recuerdos tenéis de cuando perdisteis la virginidad? Por último recordaros que se pueden publicar comentarios anónimos, que ni si quiera yo conoceré vuestra identidad (no sería justo, vosotros no conocéis la mía), puesto que veo que participa mucha más gente en las encuestas que en los comentarios del blog, lo cuál me hace pensar que es por la preferencia de anonimato.

Ya sólo me queda renovar la encuesta, y la nueva pregunta es: ¿qué opinas del sexo anal?

martes, 6 de abril de 2010

Hacer el amor.


Estar tumbada en una cama con alguien, con toda la ropa puesta, hablando en voz baja y con tu cara a diez milímetros de la suya, es algo que puede expresarse con palabras. Qué se siente en esos momentos, no, aunque todos podemos comprender qué se siente si nos ponemos en esa situación, ¿verdad? Tener a una persona haciendote cosquillitas en la espalda durante horas, agarrandote la cintura con su otro brazo y rodear su cuello con los tuyos, es algo que también se puede expresar con palabras. Incluso puedo expresar que estaba tumbada en una cama, vestida, hablando en voz baja, con mi cara diez milímetros de la suya mientras me hacía cosquillitas en la espalda, me agarraba la cintura y yo le rodeaba el cuello con los brazos durante horas, pero aunque cualquiera que lo haya vivido sepa qué se siente, amor es una palabra demasiado infravalorada como para poder expresar lo que se siente con meras palabras.
Después de horas y horas así, le das un beso. Y así uno detrás de otro, y acabáis sin ropa y follando. Pero el sexo con amor es distinto. Los besos en el cuello son más pausados, durante el propio sexo los besos cobran un significado mucho más lejano que el de besar a alguien mientras practicas sexo. Es lo que se llama hacer el amor, y no follar.
¿Pensáis así, o al fin y al cabo todo es hacer el amor y todo es follar?

domingo, 4 de abril de 2010

Lola.

(Timbre).
- ¿Qué?
- Hola, buenas noches. Venía a buscar a Lola, habíamos quedado para irnos de copas, dígala que estoy aquí si no le importa, ¿vale? Soy Óscar.
- ¡No va, no me gusta que salga por ahí de copas! Se va a quedar en casa haciendo sus cosas, mientras viva en casa va a cumplir mis normas, así que no va.
- Pero oiga, le aseguro que yo soy buena persona, que voy a cuidar muy bien de su Lola, prometo traerla a casa a su hora, ¿eh?
- ¡No va!
Gorda, con la tontería me ha cortao la historia. Tendré que ver que es lo que hago ahora... Cuando iba a casa sonó mi motorola y era Lola. Dijo
- ¡Hola! No hagas caso de mi madre que está loca. Esta noche me quedo en casa sola,
pásate por aquí en un par de horas y me sobas.
¡Mola! No sabía que fuera tan lanzada Lola. Me pasé por allí pasadas dos horas, estaba impaciente por verla a solas, llegué y dije:
- Hola.
- ¡Hooola!
Usé la técnica que siempre funciona: le propuse una partida a la consola pero Lola no tenía
tiempo para bromas y entró en trompa. ¡Toma! Cuando me di cuenta estábamos sin ropa, Lola
fue directa a cogerme la cola, parecía ser que estaba muy cachonda
y yo más bien…
- Lola, no te creas que lo que me haces no me mola, pero creo que has olvidado una cosa,
déjame que saque un condón de la bolsa y goza.
- No, aprovecha tonto que a mi no me importa. No pierdas el tiempo poniéndote goma, usar
plastiquito a mí me corta, así que goz
a.
- Pero Lola, imagino que lo que dices es broma, no la meto ahí sin goma ni de coña, venga tonta.
- ¿Qué tonta? Mira listo voy a decirte una cosa: no tengo ninguna mierda contagiosa. Parece que
piensas que soy una zorra. Bien, búscate a otra.
Fin de la historia, lo último que supe acerca de esa Lola es que estaba embarazada y sidosa,
así que te aconsejo una cosa, controla, no te la juegues, sé que a veces cuesta guardar los
papeles pero cuídate, no te arriesgues y usa goma siempre, con la mierda que comes es
suficiente, haz lo que debes.

Canción del Chojín - Lola.