Estuvimos hablando con muchos grupitos, pero nos quedamos definitivamente con el amigo de una amiga mía y los chicos con los que iba, a los que no conocíamos hasta entonces. ¿Sabéis el típico grupito de chicos rapados, de gimnasio, con tatuajes y rayos uva? Pues en contra de las estadísticas, estos no sólo eran así sino que además eran majísimos, nada sobrados. Uno de ellos se llamaba Raúl y aunque era bajito (aunque un poco más que yo), tenía unos ojazos de infarto. Un tatuaje en el brazo y ultra-bronceado. Y no puedo negarlo: estaba muy bueno, hablando rápido y claro. Nos pusimos a hablar en el parking y después entramos en la discoteca todos juntos. Una vez dentro, nos pusimos a bailar como locas para olvidarnos un poco del agobio que había en el local, que estaba más que lleno. Me había caído muy bien y también estaba muy bien, como os decía, así que me puse a bailar lo más sexy que se pueda bailar sin parecer una buscona. Pusieron la canción esa de "no sé si darte un beso o un hueso, perra" y el chico me señaló de broma. Entonces yo, también de broma le dije:
Me dio un beso e inmediatamente me dijo que si salíamos fuera. Qué lástima de dinero perdido en la entrada a aquella discoteca, estuve como unos 20 minutos allí dentro no más. Nos fuimos a unos banquitos un poco escondidos, y allí empezamos a liarnos. Al cabo de un buen rato me guió la mano hacia sus pantalones, pero aunque estaban un poco escondidos los bancos, había gente por los alrededores, así que la aparté y le dije:- Oye, que yo no soy una perra, no me vayas a dar un hueso!
- Ah ¿no? ¿Entonces te puedo dar un beso?
- Puedes intentarlo a ver qué pasa.
- Aquí no.
- ¿Y entonces donde? - preguntó él.
- Pues no sé, ¿tú tienes coche?
- Pues sí, pero no he venido con el coche.
- Bueno, entonces no va a poder ser hasta que os vayáis a casa, porque yo he venido en el de una amiga.
- Podemos irnos ya a casa si quieres.
- ¿Cómo? Yo paso de coger un taxi.
- No he venido en el coche, he venido en la moto.
- Pero, ¿has bebido?
- Qué va, cuando cojo la moto sólo bebo birras.
- Vale, pues vamos. Aunque... en mi casa hay gente, pero si no hacemos ruido no pasa nada.
- En la mía también, pero podemos ir a mi apartamento que está en ***** (un pueblo cercano a donde estabamos).
Qué sorpresa la mía cuando llegué y me vi una señora T-Max negra. Tengo que decir que me encanta esa moto, aunque sea un dato irrelevante. Llegamos a su apartamento y él se lo tomó con calma. Se sentó en el sofá, puso la tele y claro, a esas horas sólo hacían que esos ridículos call-TV que están tan de moda en la televisión. Nos reímos con las respuestas de la gente un rato y me dijo "bueno, ¿la apago no?". La apagó, me cogió en brazos y me llevó a la cama. Volvimos a empezar a liarnos, un buen rato. Todo poco a poco. De nuevo me guió la mano bajo sus pantalones y esta vez sí le correspondí. Le masturbé durante un rato y me levantó la falda. Primero metió un dedo, después otro... y después se dejó de historias y bajó la cabeza. Fue sentir su lengua unos segundos y estaba completamente mojada. Mientras su lengua jugaba con mi coño, mis manos jugaban con mi clítoris. Yo estaba apretando la mandíbula, intentando contener el placer. Cuando habiamos llegado al apartamento yo estaba helada de la moto, y cuando subió de nuevo me preguntó "¿ahora ya estás un poco más caliente no?".
Me puse encima suyo y comencé a moverme de arriba a abajo sin penetración. Ibamos haciendolo todo con calma, sin prisas. Me preguntó si tenía condones y saqué uno de mi cartera. Se puso encima mío y comenzó poco a poco, suave, lento. Paulatinamente fue acelerando hasta llegar a un punto en que cada golpe era más seguido del anterior. Yo estaba muy silenciosa, casi no gemía, pero sinceramente no era por falta de placer. Duró bastante, y sin cambiar de posición (mi favorita es el misionero), y de pronto paró un poco y me preguntó si me gustaba la leche. Yo en el momento no caí en la metáfora, y le dije "¿qué leche?". Qué estúpida estuve, jajaja. Él contestó "¿te importaría tragartelo?"... y yo soy una buena samaritana, ya lo sabéis. Después de eso, nos quedamos durmiendo unas horas y por la mañana, vuelta a casa en la T-Max.Hoy hemos quedado y hemos ido a su apartamento, no para jugar precisamente al parchís. El domingo por la noche, hemos quedado a también. En teoría para ir a tomar algo. En teoría, porque por aquí no hay mucho ambiente los domingos...